Reprimir, suprimir o regular las emociones

REGULAR NUESTRAS EMOCIONES: CONSECUENCIAS DE LA SUPRESIÓN EMOCIONAL

QUÉ SON LAS EMOCIONES

Las emociones, son unas grandes desconocidas para la mayoría de nosotros. En cambio tenemos que convivir con ellas día tras día. Este desconocimiento nos lleva en ocasiones a no atender, ni gestionar lo que estamos sintiendo. 

¿Para qué sirven las emociones?  Digamos que estas funcionan como un sensor, que despierta nuestra alarma interna y su función es informarnos de que algo no está bien interna o externamente.
 
Es cierto, que algunas de las emociones que en ocasiones se nos presentan nos hacen sentir sensaciones desagradables. Cuando esto ocurre, si no conocemos como regularlas y calmarlas, pueden asustarnos y por tanto podemos intentar reprimirlas y esconderlas. 

Es importante tener en cuenta que nosotros aprendemos a regular las emociones a través de nuestros cuidadores principales. Por tanto, si cuando éramos pequeños había un espacio para poder expresar nuestras emociones y estas eran validadas, recogidas y gestionadas, probablemente la relación que  tengamos en la adultez con nuestras emociones será funcional, teniendo una mayor regulación sobre estas, ante las diferentes situaciones que se nos presenten.

Por el contrario, si en casa no había un espacio para las emociones y estas no eran tenidas en cuenta, validadas o, por ejemplo, en casa siempre había que estar contento y no había cabida para estas, probablemente en nuestra adultez actuaremos de la misma forma ante la presencia de las emociones, las pasaremos por alto y no las tendremos en cuenta.

Vamos a imaginar una situación en la que nos ha dejado nuestra pareja. Tenemos dos opciones, manejar el duelo producido por esta ruptura y por tanto vivir aquellas sensaciones que se producen de manera natural o bien escapar y evadirse de estas sensaciones, por ejemplo ocupando todo nuestro tiempo, llenando nuestra agenda de planes o haciendo horas de más en el trabajo. De esta forma no estaremos gestionando nuestras emociones y estaremos afrontando la situación  disfuncionalmente.

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REPRIMIR LAS EMOCIONES: SUS CONSECUENCIAS

Pero, ¿qué ocurre ante la represión de las emociones?  Cuándo enterramos nuestras emociones ante una situación dada, pensamos que estas ya han pasado y que aquello que nos ha ocurrido ya está superado y solucionado.

Es cierto, que quizás, a corto plazo podamos sentirnos bien. Pero si nos damos cuentas nos sentimos bien porque evitamos completamente hablar de aquello que sucedió, con cualquier persona que nos pregunte, no podemos hablar de manera fluida de ello, quizás por miedo a recordarlo y que todas aquellas emociones y sensaciones que están escondidas, no superadas o procesadas, vuelvan a aflorar.

Es importante tener en cuenta, que en un momento dado, quizás unos meses después o pasados unos años, todas estas emociones enterradas tienen que salir y lo harán de una forma abrupta, sintiendo una sensación incontrolable sobre ellas.

Estas se quedan dentro de nosotros a nivel inconsciente y pueden aparecer en forma de insomnio, problemas de tipo emocional o problemas físicos. Esto sucede debido a que empleamos una gran cantidad de energía en tapar estas emociones y sensaciones generando estrés en nosotros, además nuestro cuerpo se revela y nos insiste en que algo no está bien y que debemos solucionarlo. Es por ello que muchos de nuestros problemas cotidianos se deben a una mala gestión de nuestras emociones.

En ocasiones, es la sociedad la que nos impulsa a reprimir nuestras emociones. Seguro que alguna vez has contado algún problema a un amigo o familiar y este te ha contestado “no merece la pena que llores”, “tienes que ser fuerte”, “es una tontería que te pongas de esta forma”.

Hay personas que reaccionan de este modo porque no saben cómo manejar y regular las emociones del otro. Pero cuando esto ocurre, podemos no sentirnos comprendidos por la otra persona y dejar de contar aquello que nos preocupa e intentar reponernos, como la otra persona nos ha aconsejado, a pesar de que nuestra necesidad sea otra.

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LA REGULACIÓN EMOCIONAL: AUTO-REGULACIÓN Y LA CO-REGULACIÓN

¿De qué forma podemos regular nuestras emociones? Como hemos visto anteriormente, la supresión de nuestras emociones no es la forma más funcional de regularnos y calmarnos,  es un disfraz que envuelve nuestro malestar por un tiempo determinado. En cambio, sí hay otras formas a través de las cuáles podemos regular nuestras emociones.

En primer lugar, es importante que tengamos en cuenta que regular las emociones no significa que siempre estemos contentos y felices. Regular las emociones es aceptar que todas son necesarias y cuando aparezcan aquellas que nos hacen sentir sensaciones más desagradables tengamos herramientas para manejarlas.

Por tanto, lo más importante es ver por qué en determinado momento me encuentro de una manera u otra. Tenemos que ver que ha podido pasar para que nos sintamos así. Esto es fundamental, dado que lo primero que necesitamos para manejar nuestras emociones es saber qué nos ha pasado y qué nos está haciendo sentir  de este modo, es decir identificar y darle un nombre.

Una vez que hayamos hecho este primer trabajo, podemos emplear dos formas de regulación: la auto-regulación o la co-regulación emocional.

La auto-regulación es todo aquello que hacemos por nosotros mismos para calmar nuestras emociones. Por ejemplo: realizar respiraciones, practicar yoga o mindfulness, salir a caminar, escribir sobre aquello que ha podido suceder o aceptar lo ocurrido.

En el caso de la co-regulación es cuando buscamos a otra persona para calmar nuestras emociones y compartir con esta lo ocurrido. Por ejemplo: llamar por teléfono a un familiar o amigo.

Ambas formas de regulación son importantes y es positivo que empleemos las dos. Si únicamente nos decantamos por una de ellas puede tornarse en un problema añadido. En el caso de emplear únicamente la co-regulación podemos caer en una situación de dependencia, en la que sólo conseguiremos estar calmados si hay una persona que nos regule las emociones, por lo que nuestras emociones estarán dependiendo del exterior.

Por tanto, es importante que también conozcamos nuestras propias herramientas para auto-calmarnos. En caso de emplear solo la auto-regulación podemos estar ante un perfil de personalidad más evitativo, en el que la persona sienta que no necesita contar con los otros o que no confíe en los demás.

Por tanto, ¿qué tenemos que tener en cuenta ante las emociones?

  • Es importante identificar y entender nuestras emociones, así como aceptarlas

  • Buscar el desencadenante de la emoción que estamos experimentando

  • Expresar y exteriorizar como nos sentimos

  • Buscar una regulación emocional tanto interna como externa

  • Entender que todas las emociones son necesarias y que nos envían información tanto del mundo que nos rodea como de nosotros mismos

Es importante que comencemos a ver a nuestras emociones como un aliado y no un enemigo, estas nos dan información muy valiosa y necesaria para nosotros mismos.

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Autora: Lidia García Asensi
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