Los grandes beneficios de ir al psicólogo
Ir al psicólogo para prevenir y cuidarme como una alternativa a la terapia de resolución de problemas
Por qué ir al psicólogo
La imagen que se tiene hoy en día de la psicología difiere mucho de la que se tenía hace no tanto tiempo. Antes el que acudía a terapia era tomado como un loco, una persona con problemas serios que necesitaba de un profesional para que estos mismos pudieran ser resueltos. Ahora ya se va entendiendo que los psicólogos no estamos aquí exclusivamente para apoyar a las personas con trastorno mental grave, sino que también somos de utilidad para el resto de los mortales.
Estamos de acuerdo en que el dolor y el sufrimiento es algo inherente al ser humano, y que todos tenemos la capacidad de sufrir, y lo que nos diferencia son los motivos que nos lo provocan o las maneras que tenemos de sentirlo y procesarlo. A todos nos pasan cosas y la realidad es, que aunque en ocasiones no sean problemas graves, a veces viene bien una ayuda externa que nos ayude a comprender o que simplemente esté allí para apoyarnos y sostenernos en los momentos en lo que no nos sentimos plenos o nos somos capaces por nosotros mismos.
Poco a poco se ha ido entendiendo esto, y cada vez más gente viene a terapia por motivos llamémoslos “mundanos”, cosas del día a día, de la convivencia, de las relaciones personales, temas familiares, estrés laboral, etc. Problemas cotidianos pero que nos hacen sufrir y no nos permiten tener una vida tan plena como nos gustaría.
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Qué es una terapia psicológica
Sin embargo, y según mi criterio la terapia abarca mucho más que eso. Estamos acostumbrados a buscar ayuda cuando ya estamos mal. Pensemos en término de salud física para entender mejor a lo que quiero referirme. Vamos al médico cuando ya tenemos, por ejemplo, problemas de sobrepeso o cuando nos cuesta respirar, para que éste nos recete lo necesario, nos de pautas de autocuidado y nos solucione el problema que nos hemos ido generando.
¿Qué pasaría si fuéramos al médico para prevenir estos problemas? ¿Si buscáramos asesoramiento para entender qué tipo de alimentación o qué tipo de prácticas saludables son las que nos ayudarían en el camino a una salud general plena? Probablemente con este planteamiento, descenderían los casos de enfermedades, pues la gente mantendría unos hábitos en pro de su salud y de su bienestar, como comer bien, no fumar, hacer ejercicio, etc.
¿Qué pasaría si pensamos en la terapia en estos términos? Pensemos en que, como decía anteriormente, normalmente acudimos a terapia cuando tenemos un problema abierto, algo que nos pasa desde hace poco pero que es intenso o un problema que tenemos sostenido en el tiempo. Son menos las personas que vienen a vernos a consulta en un momento de su vida en el que no se encuentran especialmente mal, y que vienen con el motivo de consulta de “quiero conocerme mejor”.
Por supuesto que los psicólogos estamos aquí para ayudar a las personas a moverse por esos conflictos que no saben como gestionar, pero que bonito sería también ayudarlas a conocerse, explorarse, y desde ahí poder prevenir los problemas que vayan surgiendo y aprender un lenguaje emocional más rico.
Este tipo de terapia estará enfocada en el incremento de la conciencia que tenemos sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea, el entendimiento de la diferencia entre nuestras necesidades reales y aquellos mecanismos automáticos que nos hacen comportarnos de una forma que nos desfavorece y nos descuida, y la potenciación de nuestros puntos fuertes junto con la aceptación y/o sanación de nuestros lados oscuros. Todos estos puntos en realidad, me parecen básicos en cualquier tipo de proceso terapéutico, sea cual sea el problema de base.
Cuando uno se conoce bien y sabe “por donde le aprieta el zapato” es capaz de prever como es posible que le afecten las cosas, como reaccionará ante determinadas situaciones, las cosas que le hacen daño y las cosas que hacen que se satisfagan sus necesidades, aceptará con compasión sus partes negativas y ensalzará sus partes positivas.
¿No sería genial el enfocarnos en el crecimiento personal y fomentar una cultura de autocuidado y autoconocimiento de nosotros mismos? Aunque son los menos, cada vez más personas optan por esta alternativa y comienzan con un proceso de autocuidado no solo de hábitos saludables a nivel físico sino también mental, tratándose de un modo holístico.
Para ello no solo existe la terapia, sino que hay otra serie de recursos que pueden ayudarnos en este camino, sea como complemento una vez empezada la terapia, como antesala de la misma e incluso como un modo de mantenernos en contacto con nosotros mismos una vez que hemos finalizado una proceso terapéutico. Actividades como la meditación, el mindfullnes, tan extendido en la actualidad, los talleres experienciales, etc.
Espero que esta lectura os pueda ayudar a plantearos otra forma diferente a la habitual de entender la terapia y a lo mejor a animaros con el comienzo de un nuevo camino sorprendente y desconocidos hacia los entresijos de vosotros mismos. ¿Quién se anima?
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