Aspectos psicológicos del desconfinamiento y secuelas psicológicas del confinamiento
Los problemas psicológico ante el desconfinamiento y la nueva realidad
Consecuencias psicológicas postconfinamiento y el comienzo de la nueva realidad
Ya desde el inicio de la alarma sanitaria, todos hicimos un ejercicio de valoración de las posibles secuelas y efectos que podría tener en nosotros esta experiencia inaudita de confinamiento, y por eso nuestro teléfono, junto con la información acerca del virus y las reflexiones y teorías de toda índole, se llenó también de enlaces a museos, cursos de formación, películas, libros en pdf, clases virtuales de deporte, recetas del mundo, conciertos, aperitivos por zoom con la familia y los amigos, consejos psicológicos…
Sin querer pensarlo demasiado, estábamos intentando adaptarnos a esa “nueva normalidad” de estar confinados en casa que nos estaba tocando vivir, estábamos preocupados por cómo podría afectarnos la falta de socialización, el exceso de información, el sedentarismo, las horas sin trabajo que preveíamos eternas y que para algunos, efectivamente, lo son a pesar de todo.
Iban pasando los días y fuimos experimentando en mayor o menor medida el aumento de la incertidumbre en lo económico, del miedo al contagio, dificultades para dormir, decaimiento del ánimo, soledad, la frustración expresada en los balcones y ventanas…
También asistimos a la organización de la solidaridad en los barrios deprimidos, al aplauso colectivo, la cita cotidiana con palmas y vecinos. Nos saludamos, nos conocemos en la separación, nos ponemos música, hacemos parodias, nos preguntamos cómo lo estamos llevando. Más muestras de nuestra preocupación.
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A la espera de lo nuevo, el desconfinamiento hacia una nueva realidad o normalidad. Miedos e incertidumbres
Ahora que se avecina otra “nueva normalidad” diferente, en el desconfinamiento progresivo asistiremos con nuestros propios ojos a diferentes escenarios. Pero, ¿qué dicen los estudios que es previsible enfrentar cuando poco a poco regresemos a las calles, a la vida después de esta insólita experiencia?
No hay una certeza tan absoluta como que todos quedaremos afectados de una u otra forma. Solo algunos, muy probablemente, desarrollarán algún tipo de trastorno: ansiedad, agorafobia tal vez, hipocondría, trastorno obsesivo compulsivo.
Algunos, muchos, habrán enfrentado un duelo de por sí muy complicado por la distancia y el aislamiento, por la imposibilidad de despedirse, de acompañar en la enfermedad y la muerte, de celebrar los ritos que nos sirven para aceptar las pérdidas que tanto nos duelen.
Otros tendrán que enfrentarse a esto ahora, y también a duelos distintos, por la pérdida de trabajo, de proyectos… Pero todos, muy previsiblemente, experimentaremos miedo en algún grado, que puede ir desde la ligera aprensión al pánico.
Miedo a salir a la calle por diferentes motivos. Bajo el paraguas de lo que popularmente se conoce como el síndrome de la cabaña, hay motivaciones y causas diversas aunque, en el fondo de todos, lo que haya sea miedo.
Para los adolescentes, salir bajo vigilancia de un adulto y de la policía, con mascarilla y guantes alterando su imagen y sin posibilidad de tener contacto con su grupo de amigos, carecerá por completo de sentido y causará inquietud y desagrado que, con cierta probabilidad, los inclinará a seguir contactando vía chat en la relativa intimidad de su cuarto, a cara descubierta.
Para los mayores será difícil reprogramarse después de estar dos meses escuchando hablar de su vulnerabilidad en los términos que lo han hecho, de esta forma masiva y comparativa con el resto de la población. Han asumido que son los más vulnerables, se ha barajado la posibilidad de que fueran los últimos en salir y se ha apelado dramática y reiteradamente a su seguridad y la deuda de todos con estas generaciones para mantener el comportamiento general dentro de los límites de lo aceptable.
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Para las personas con alguna dificultad psicológica previa, con ansiedad o hipocondría, por poner algunos ejemplos, o que vivan situaciones que favorezcan el desarrollo de un trastorno de este tipo, serán el miedo al juicio, al contagio, a la muerte, al dolor lo que se active en ellos.
Todos debemos recordar que el miedo se vence enfrentándolo, y que cuando es demasiado intenso para poder hacerlo o no se confía en la propia capacidad, es de valientes pedir ayuda,
De manera generalizada, cabe también esperar que la sociedad experimente una cierta tendencia al conservadurismo, como ocurre cuando estamos sometidos a estrés de forma prolongada y colectiva, que pueden estar en la base de actitudes racistas y xenófobas futuras.
Pero otro de los efectos, una secuela importante que también encontraremos sin duda en la desescalada, será la resiliencia, la bendita resiliencia con la que mucha angustia y dolor acabará transformándose en fortaleza individual y colectiva.
Iremos viendo.
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Autora: Elsa García
