La emoción del miedo, sus aspectos positivos y negativos
El miedo, sus aspectos positivos y patológicos
Cómo se define la emoción del miedo
El miedo es una de las seis emociones primarias que todo ser humano tiene, junto a la ira, la alegría, la tristeza, la sorpresa y el asco. Estas emociones son básicas y primarias porque se han observado en todas las culturas y porque tiene una función adaptativa, nos ayudan a ajustar nuestra conducta al entorno en el que nos encontramos.
El miedo es bueno o malo: es una de las emociones desagradables, ya que las sensaciones que nos provoca no son placenteras. Esto no lo hace una emociones negativa, ya que ninguna emoción lo es. Toda experiencia emocional siempre es positiva, ya que nos ayudan a resolver situaciones de nuestra vida.
Consecuencias del miedo: los efectos físicos y psicológicos que el miedo provoca en nosotros son: una hipervigilancia, mayor atención a lo que perciben nuestros sentidos, aumenta la presión arterial, la velocidad del metabolismo, la glucosa en sangre, la adrenalina y la tensión muscular, detiene las funciones corporales no esenciales. Esta hipervigilancia provoca una avalancha de pensamientos, difícilmente controlables.
Pueden llegar a retroalimentar el miedo y que no seamos capaces de juzgar objetivamente la magnitud que tiene, perdiendo el control sobre nosotros mismos.
¿Para qué nos sirve esta emoción? Cosas positivas del miedo
Características del miedo: esta emoción tiene varias funciones. La más inmediata es alertarnos sobre algún peligro que pueda hacer peligrar nuestra vida o nuestra integridad. Una vez que hemos identificado la amenaza el miedo se encarga de mantenernos a salvo, nos impulsa a llevar a cabo mecanismos de defensa que nos alejen o protejan de un peligro percibido a nuestro alrededor. Puede responder ante una amenaza física o psicológica.
En la prehistoria el miedo nos mantenía a salvo de animales salvajes, inclemencias del tiempo y otras amenazas. A medida que la sociedad ha avanzado nuestro miedo también lo ha hecho. En la actualidad la percepción de una amenaza externa es más subjetiva. No todo el mundo tiene miedo a los mismos estímulos, aunque haya algunos más normalizados.
Este criterio está fijado en parte por la sociedad en la que vivimos. Además, el miedo también podemos adquirirlo a través de un aprendizaje propio o vicario, por ejemplo, con un perro: ha podido ser un estímulo neutro, incluso agradable, hasta que uno me muerde o veo que muerde a alguien cercano a mí. En ese momento se genera el miedo y, se irá desarrollando a lo largo de nuestra vida, a no ser que nos esforcemos para lidiar con él.
Efectos del miedo: al igual que las otras cinco emociones primarias, el miedo es fundamental para nuestra vida. Nos ayuda a regular nuestra conducta, nos hace ser precavidos y cuidadosos en los aspectos que son importantes. Por ejemplo, es el que nos detiene cuando nos enfadamos con nuestro jefe y solo queremos gritarle y desaparecer de ese trabajo. En este caso nos ayuda a no perder el trabajo que necesitamos para tener una estabilidad económica.
Se han observado diferentes respuestas o mecanismos de defensa en los seres vivos ante un estímulo amenazante: la huida, la disociación (huida mental de la situación), el ataque o la parálisis. Estos cuatro mecanismos son inconscientes y automáticos. No podemos elegir cuál de ellos vamos a utilizar, aunque podemos llegar a desarrollar alguno de ellos por encima del resto, de esta forma este mecanismo se instauraría como una conducta frecuente dentro de nuestro repertorio.
Características del miedo
Puedes profundizar sobre el miedo en las fobias entrando en este enlace
Cuando se convierte en un problema. Consecuencias del miedo
Cuando una emoción interfiere de alguna forma en la vida habitual de la persona, se considera patológica. Suele pasar cuando no somos capaces de gestionarla y sentirla nos desregula, en este momento se convierte en disfuncional.
Todas las emociones en exceso, incluso el miedo no son sanas para los seres humanos. Con una excesiva tristeza se puede desarrollar una depresión; con la ira, problemas de control, agresividad y daño a los demás o uno mismo, etc.
Por ello, es tan importante desarrollar una inteligencia emocional adecuada a lo largo de la vida. Sin ella nuestra gestión emocional va a ser menos eficiente, aumentando las probabilidades de que una emoción se convierta en disfuncional.
Tenemos la tendencia de evitar las emociones cuando no sabemos qué hacer con ellas. Esto se convierte en un problema porque, aunque las evitemos, las emociones no desaparecen y acaban acumulándose. Cuanto más se acumulen, más difícil va a ser su gestión.
Las consecuencias del miedo cuando lo experimentas en una intensidad alta son: las fobias, trastornos de ansiedad, trastornos obsesivos compulsivos, estrés postraumático, ataques de pánico…
En la sociedad actual hay una prevalencia muy alta de problemas de ansiedad. Lo que podríamos traducir como una amplia cantidad de personas con una gran cantidad de preocupaciones con una intensidad desmesurada y sin recursos para gestionarlas.
La emoción detrás de todos estos pensamientos que nos bombardean es el miedo: miedo a no ser suficientes, a no conseguir lo que queremos, a fracasar, a defraudar, a ser rechazados. Estas dificultades están muy presentes en la vida de todas las personas en algunos momentos de su vida. La gestión emocional perfecta es casi imposible de conseguir y todos necesitamos ayuda externa en algún momento de nuestra vida.
Hay una gran variedad de tratamientos para esta gama de trastornos desde farmacológicos hasta psicológicos. Los fármacos tienen un efecto mucho más rápido, pero no te ayudan a gestionar esas emociones, cómo la del miedo, solo te quitan las sensaciones físicas que estas nos provocan.
Sin embargo, el tratamiento psicológico sí nos ayuda a aprender a gestionarlas y conlleva un proceso más largo. En Cepsim tenemos profesionales con mucha experiencia en este tipo de problemas y podemos ayudarte a solucionarlos.
Consecuencias del miedo
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