La ilusión del autocontrol: la sanación de aceptar que no podemos controlar todo

LA ILUSIÓN DEL AUTOCONTROL: LA SANACIÓN DE ACEPTAR QUE NO PODEMOS CONTROLAR TODO.

La falsa calma que nos proporciona la ilusión de tener control.

Ilusion en sí no es algo real, tiene que ver con la interpretación, con la significación que le atribuimos, algo que es curioso a la hora de asociarla con el control.

Esa ilusion de autocontrol, se convierte en un sesgo de nuestra mente.Cuando los seres humanos caemos en la redes del autocontrol, suelen existir dos vías, que se pueden dar en la misma persona.

Una, relacionada con la sobreestimación de nuestra capacidad para controlarnos ante tentaciones, ante impulsos. Creyendo que somos capaces de someternos a nosotros mismos y que nos podemos controlar como si fuésemos una máquina programada y como comprobó Loran Nordgren, este exceso de creencia sobre nuestro autocontrol nos puede jugar una mala pasada.

Realizó un experimento en el que tenían que resistir la tentación de no fumar durante la visualización de una película, cada persona podía colocar el cigarrillo donde quisiese y mientras menos veces lo encendiesen, mayor sería la recompensa.

Las personas que creyeron tener un mayor autocontrol y colocaron su cigarrillo en su boca, fueron las que más veces lo encendieron, ¿os podéis imaginar como se sintieron estas personas? ¿cómo se hablaron a sí mismas después de esto? Seguramente aparecería aquí la segunda vía por la que se suele manifestar la ilusión del autocontrol

La exigencia de permanecer alerta, de esa preocupación constante por todo, por querer “tener todo bajo control”, por esa falsa calma que aporta, porque nunca es suficiente, porque la vida fluye y la gran mayoría de cosas que ocurren en nuestras vidas, no se pueden controlar.

¿Qué nos ocurre con la ilusión del autocontrol?

Para saber lo que nos ocurre, lo que nos aporta el creer que podemos controlarnos en cualquier situación no es algo innato, es algo que hemos aprendido.

Habitualmente debajo del autocontrol, se esconden miedos e inseguridad y el creer que todo está controlado, el ocuparnos en pensar lo que vamos a hacer y/o decir, cómo va a ser, tener planificado hasta el último minuto del día. 

Parece que esto nos calma y momentáneamente es así, porque esta exigencia de una parte de nosotros cree que las cosas son como nosotros hemos planeado. Sin embargo, en muchas ocasiones no es así, como es natural que ocurra, pero las personas con esta ilusión de autocontrol no lo viven con algo natural, sino como un error, con elevados niveles de angustia, de estrés. Toleran mínimamente la frustración que esto les ocasiona y alimentan aún más, esta pseudonecesidad.

Además del enorme gasto emocional que esto les supone, se van encerrando en una cárcel que está construida en base a unas normas autoimpuestas, a unas reglas que si se cumplen todo estará tranquilo y sino es así, aparecen los miedos y las inseguridades y comenzará de nuevo el bucle

¿no os suena agotador?
Al ver todo esto, alguno de vosotros podrá pensar “ya, pero no se puede tener todo fuera de control y estamos totalmente de acuerdo.

El camino hacia la sanación, y hacia el equilibrio, consiste en reconocer que nuestro instinto de supervivencia nos lleva a buscar ese control a que la incertidumbre no esté (algo que no depende de nosotros) y cuando nos aferramos a ello, perdemos la percepción de la realidad de la vida, de las cosas que dependen de nosotros, de la cantidad de decisiones que tomamos en situaciones de incertidumbre y que somos
capaces de hacerlo.

¿Cómo sanarnos y aceptar que no podemos controlarlo todo?

Sanarnos y poder comprender que soltar el control no es perder, comienza con un trabajo de introspección. Un autoconocimiento a nivel más emocional que funcional, para conocer qué papel juega en nuestra vida ese autocontrol.

Como comentábamos anteriormente, la ilusión de autocontrol suele esconder miedos, inseguridad, sentimientos de inferioridad, etc. Muchas personas son conscientes de estos sentimientos y se empeñan en quererlos evitar con el control, este es una de las primeras contradicciones que se nos presentan.

En lugar de querer evitarlas, podemos conocerlas, sentirlas, comprender la función que cumplen en cada momento, porque si las conocemos, podemos aprender a gestionarlas y por lo tanto ejercer ese control tan anhelado.

Conociendo mejor nuestros sentimientos y nuestras emociones, sobre todo aquellas que negamos o clasificamos como negativas (no olvidemos que siempre cumplen una función) salimos de la espiral externa en la que nos metemos, en la que creemos que podemos controlar a los demás y las situaciones y en la que al más mínimo contratiempo nos desequilibramos.

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Podemos elaborar estrategias propias, planes alternativos para enseñarnos a mantenernos presentes en cada momento, no sólo a perseguir nuestros objetivos, sino a disfrutar el camino y desarrollar la capacidad de poder ver los errores, como una oportunidad de aprendizaje de crecimiento.

Este cambio en la forma de ver las situaciones ayudará a que poco a poco nuestra confianza en nosotros mismos aumente, en que la exigencia y la ilusión disminuya y que aflore la persona que en realidad somos, permitiéndonos desarrollar otras cualidades y pudiendo calmarnos ante situaciones adversas.

Aceptar lo que depende de nosotros y lo que no, no tiene que ver con resignarnos, sino con observar y analizar y esto sí depende de nosotros.

Soltar esa rigidez normativa, vernos de esta forma diferente, comprensiva con nosotros y con los otros, nos permitirá ser más espontáneos, poder cometer errores y no magnificarlos, caernos y levantarnos porque así comenzamos a aprender en la vida, cayéndonos y levantándonos cuando aprendemos a andar.

Una de las metas de este articulo es ofrecerte la posibilidad de pararte un segundo y reflexionar colocarte en una posicion de; Mirar hacia adentro, escúcharte, ser comprensivo contigo mismo, soltar el control, déjarte guiar y avanzar hacia una felicidad que no esté acotada por creencias, sino que esté llena de vivencias.

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Autora; Oceanía Martín Recio

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