Personas Esponja, como desarrollar ecpatía.

Por qué se quedan en mí, todas las emociones adheridas de otros y no soy capaz de liberarme de ellas. ¿Soy una persona esponja?

Comenzaremos por aquellos términos que nos son más conocidos; cualquiera conoce el significado de la palabra empatía, de forma más o menos exacta somos capaces de definirla y, lo que es más importante, de identificarla, sobre todo su carencia, la dificultad para empatizar, siendo objeto de amargas acusaciones y también de autocríticas y lamentos.

En la consulta, no exagero, con estas u otras palabras, he llegado a oír- “No tengo empatía, soy un psicópata”. Otras veces las parejas, los padres o los hijos justifican cualquier conflicto o falta de entendimiento, acusando a los otros de falta de empatía (no puedo hacer lo que me da la gana, no saben cómo me siento, no tienen empatía), sin darse cuenta de lo injusto de esta reivindicación a veces, sin ser conscientes o si, y de caer de manera flagrante en la falta de empatía que supone exigir empatía a otros como justificante universal del comportamiento negligente, impulsivo, agresivo a veces incluso. La empatía, para algunos, se ha erigido en el “habeas corpus” emocional.

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Para ciertas personas, sin embargo, el problema es el contrario… El exceso de empatía o la dificultad para ecpatizar. Aquellos con exceso de empatía, fácilmente colonizables por las emociones de otros, fueron bautizados por una psiquiatra californiana de forma muy gráfica como “personas esponja”.

Superabsobentes, se empapan de la emocionalidad ajena. Son grandes lienzos en blanco sobre los que se adhieren pegajosos los estados los demás. ¡Qué suerte cuando el cuadro que “se te pinta” es de alegres colores y te ayuda a apreciar la belleza del momento, del entorno de la persona que te acompaña, de la vida! ¡Qué pesadilla cuando la impresión está en blanco y negro o el dibujo es terrorífico o violento!.

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La ecpatía, en cambio, es la capacidad de separarse de los sentimientos ajenos, no dejándolos de comprender, sino como resultado de una acción voluntaria que se dirige a evitar el contagio o la inundación emocional para que no pueda desbordarnos.

Si la empatía, de forma muy resumida, es ser capaz de poner el foco de atención sobre lo que el otro piensa, siente o hace, la ecpatía consiste básicamente en volver este foco sobre uno mismo y, de forma voluntaria, excluir estos sentimientos que vienen de fuera para observarlos a la distancia adecuada. Dos caras de la moneda: estar en el otro y estar en uno mismo. A la vez.

Si eres una persona esponja, puedes necesitar aislarte para estar en calma, tal vez te agobie relacionarte, o tu apetito o tu sueño se alteren cuando las personas que te rodean están sufriendo, puede que te ocupes de problemas para los que no tienes solución y de los que no eres responsable…

Si eres una persona esponja, necesitas desarrollar la ecpatía. Aprender a poner límites, a observar tus reacciones emocionales y modularlas, vincularte con personas positivas y poner límites son tus tareas pendientes.

A veces este trabajo es complicado porque somos el resultado de fuerzas muy profundas y muy profundamente arraigadas, pero con ayuda es posible llegar a establecer claramente una dinámica nueva de comportamiento y relación con los demás mucho más enriquecedora, equilibrada, basada en la reciprocidad y en la mesura, que te haga sentir bien y dueña de ti misma.