Miedo al rechazo, como se manifiesta y cómo superarlo.

A lo largo de nuestra vida podemos encontrarnos en situaciones que de una manera u otra nos hacen sentirmos excluidos, lo que despierta en nosotros el miedo al rechazo.

A veces, el rechazo se produce de manera explícita, por ejemplo, cuando no se admite la solicitud de ingreso a la universidad que deseamos. Otras, es una sensación subjetiva que se percibe cuando sentimos que alguien cercano no se interesa por nosotros, o cuando algo que hemos dicho o algo que hemos hecho no ha sido acogido, por ejemplo, cuando no somos invitados a una fiesta o no se tiene en cuenta una aportación que hemos hecho en el trabajo.

El rechazo es, en definitiva, una evaluación negativa que se produce en la interacción social. Se trata de una interpretación que hacemos de hechos o circunstancias, que en muchas ocasiones no se corresponde con la realidad e interfiere en nuestras relaciones.

Cuando se produce de forma implícita, esa percepción tiene que ver con el auto concepto, la autoestima, el juicio interno y externo, los patrones de comunicación, y también con la ansiedad a que puede dar lugar la interacción social.

¿Qué consecuencias tiene la experiencia de miedo al rechazo?

En el día a día puede ser habitual percibir rechazo en un ambiente hostil y competitivo o en momentos en los que, de forma abierta, no se aceptan nuestras propuestas o sugerencias. Sentirse rechazado, a pesar del dolor que produce, es un indicador de que, en ese momento, en ese contexto o con esa persona, lo que hemos dicho o hecho no ha sido recogido de la forma en que esperábamos. Ser conscientes de ello nos permite cambiar nuestra forma de actuar, buscando alternativas, o adaptarnos a una respuesta negativa, cuando no se pueda solucionar de otra manera.

El problema aparece cuando, ante el rechazo, el sujeto no reacciona, se queda paralizado y todas las situaciones pasan a ser interpretadas como potenciales fuentes de rechazo.

Se genera miedo al rechazo, lo que puede desembocar en una parálisis ante todas las situaciones que antes se afrontaban con ilusión y altas expectativas. Se trata de una protección frente al dolor. Sin embargo, llega a producir mayor sufrimiento a largo plazo cuando, a base de evitar, se acaba con una sensación de soledad, abandono y baja autoestima.

Una de las consecuencias más destacadas del miedo al rechazo es la fobia social, cuando la interacción social es percibida como un peligro y la persona huye de cualquier tipo de relación con su entorno. El miedo a no ser aceptado por el otro genera una expectativa negativa de cómo va a ser la relación y un alto nivel de ansiedad que trae consigo una evitación del contacto.

Cuando esta evitación se prolonga en el tiempo, los sentimientos de soledad y baja autoestima aumentan, así como el deterioro en la vida de la persona, lo que puede llegar a provocar situaciones incómodas o conflictivas, por ejemplo, que no poder mantener una conversación con alguien que acabamos de conocer o participar en una reunión de trabajo.

¿Cómo se manifiesta el miedo al rechazo?

Conocer en qué situaciones o circunstancias nos podemos llegar a sentir rechazados y cómo actuamos ante esta sensación, es fundamental para lograr superar ese miedo y evitar un alejamiento del entorno.

En primer lugar, podemos plantearnos qué significa para nosotros sentirnos rechazados. Se trata, sobre todo, de un criterio individual, marcado por nuestras experiencias vitales y nuestra personalidad. Por ello es preciso subrayar la importancia de encontrar un significado propio y particular de cada uno.

Para evitar quedarnos paralizados ante el miedo que produce el rechazo es importante prestar atención a algunas señales que pueden indicarnos un aumento de la ansiedad que sentimos. Así, podemos citar como ejemplo:

¿Qué tengo que hacer para poder superarlo?

El primer paso para superar el miedo al rechazo y evitar que éste se desborde, llegando a situaciones o conductas de aislamiento, es reconocer que sentirnos rechazados nos produce dolor, y, por tanto, debemos identificar aquellos momentos o personas en los que este dolor se manifiesta con mayor intensidad.

A continuación, expondremos algunas herramientas que os permitirán superar este miedo.

• Reconocer el miedo al fracaso en uno mismo; Reflexionar sobre lo que nos ha dolido, una frase o la actitud de una persona en un determinado momento va a permitir que identifiquemos qué es lo que nos está ocurriendo y podamos interpretar la situación de forma adecuada.

  En este punto podemos plantearnos qué es en concreto lo que nos ha dolido, cuál es el motivo y qué hemos hecho para volver a la normalidad.

• Evitar paralizarnos y buscar otras opciones; El sentimiento de rechazo nos permite cambiar nuestra actitud. Es fundamental reconocer que este cambio depende solo de nosotros y plantearnos qué podemos hacer para modificar nuestra reacción.

  Por ejemplo, si nos han rechazado en el puesto de trabajo que queríamos obtener, podemos analizar lo que ha pasado y focalizarnos en lo que podemos hacer la próxima vez que nos encontremos en una situación similar, por ejemplo: aumentar nuestro conocimiento en ese campo, entrenarnos para afrontar la entrevista de trabajo, hacer modificaciones en el CV, etc.

Sin embargo, a veces, el rechazo no es explícito y en este caso, la respuesta no puede ser la misma. Ya no se trata de cumplir unos requisitos o una expectativa y hacer un cambio hacia afuera. Por el contrario, debemos volcarnos hacia dentro y cambiar nuestra percepción interna de la situación.

Por ejemplo, si nos hemos sentido rechazados porque alguien no ha respondido a nuestra invitación para un plan, en vez de cambiar este plan y ajustarnos a la otra persona, podemos plantearnos diferentes escenarios (no lo ha visto, no le interesa la propuesta, está ocupado, tiene otro compromiso anterior, etc.)  y diferenciar lo que tiene que ver directamente con nosotros o con la decisión particular de la otra persona.

Tomar perspectiva de la situación; Prestar atención a los hechos y atenernos a ellos es fundamental cuando nos sentimos rechazados porque nos obliga a revisarnos y nos permite tomar perspectiva de la situación.

Se trata de evaluar la situación de rechazo examinando aquellos pensamientos que nos provocan malestar e intentar cambiarlos por otros más ajustados a la realidad. Si, por ejemplo, un amigo ha rechazado nuestra invitación al cine, podemos pensar simplemente que “no quiere ir al cine”, en lugar de empezar a atribuirnos un repertorio de pensamientos negativos dirigidos contra uno mismo tales como “ya no soy un amigo valioso para él”.

El hecho de sentir rechazo no hace que seamos menos válidos, significa simplemente que, en un momento determinado, y en relación con una persona concreta, nuestra expectativa no se ha cumplido, y lo que nosotros considerábamos valioso no ha sido aceptado por la razón que sea.

El miedo al rechazo es un sentimiento que afecta a todas las personas, pero no tiene por qué transformarse en conductas que eviten que nos enfrentemos a determinadas situaciones o personas, llevando al aislamiento.

En ocasiones el miedo al rechazo es tan intenso que es necesario el acompañamiento profesional para sobreponerse. En estas situaciones, pedir ayuda es la mejor forma de prevención y autocuidado. Si quieres aprender a manejar situaciones que hasta ahora te han paralizado por el miedo al rechazo, es el momento de hacerlo. ¡!!Llamamos!!!

 
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Autora: Laura Rodríguez