El odio. Funciona o no, para reequilibrar del dolor.

El odio o cómo reequilibrar el dolor.

 

Que es el odio, componentes del odio. Activamos esta emocion como funcion protectora ante el sentimiento de dolor.

La función del odio para protegerse del dolor

El presente artículo no se centrará tanto en la descripción de qué es el odio. Todos conocemos esa sensación ardiente al acordarnos de una pelea de la que no salimos muy bien parados, una ruptura con la que no estábamos de acuerdo o un insulto de un conductor al que no hemos podido responder. A todos nos son familiares estas sensaciones. Es por ello que nos centraremos en la posible función que puede cumplir esta emoción.

De forma resumida, nosotros nos sentimos como nos sentimos por el pensamiento anterior a la emoción. Yo no me enfado por el simple hecho de que me ordenen que recoja la mesa. Me enfado por la interpretación que hago de ese mensaje (ej: “siempre me toca a mi”, “nunca se lo piden a los demás”, etc.).

No siento rabia por el mero hecho de suspender un examen. Siento rabia a raíz de pensar en todo lo que he estudiado y lo poco fructífero que ha sido ese esfuerzo. No me pongo triste por el mero hecho de tener que trabajar en vacaciones. Me entristece la idea de no poder estar presente con mi familia o con mis amigos.

Pues bien, con el odio ocurre lo mismo. Yo no siento odio por el hecho concreto de una disputa con un conocido, siento odio por lo que significa para mi haber perdido la disputa. No siento odio por el hecho concreto de haber sido engañado, siento odio por la herida que ha supuesto para mí dicho engaño.

De todos es sabido que el odio es una emoción poderosa, que inunda e invade, y que, casi siempre, consta de un componente fantasioso o imaginativo. Al recordar el engaño que hemos mencionado previamente, acto seguido pienso en cómo hubiera podido prevenirlo. En cuanto pienso en el improperio que me ha dedicado la persona con la que me he cruzado imagino qué podría haberle dicho y que no le dije.

En el momento en el que traigo a mi memoria la discusión con mi jefe, fantaseo con las posibles respuestas que podría haberle dado o en aquello que me gustaría tener para poder despedirme del trabajo con toda la chulería del mundo.

Qué es odiar

 Este mundo de la fantasía promovido por el odio no es baladí.De la misma manera que regocijarnos en lo que podríamos haber contestado supone un sustitutivo de la posible victoria que no tuvimos, también nos vemos enfrascados en futuribles o escenarios hipotéticos -fantaseados una vez más- donde, a ver si con suerte esta vez, conseguimos salir mejor parados.

El odio facilita traer a nuestra mente alternativas del desenlace que nos produce la emoción, y estas alternativas fantaseadas suelen ser generalmente más beneficiosas para nuestra estima y nuestra integridad.

Imaginar que hemos contestado de forma concisa, tajante e inteligente a un comentario con tintes de crítica nos proporciona un potente sucedáneo de tranquilidad.

Este caramelo que nos proporcionamos reviviendo en nuestra mente e imaginando una reacción más protectora con nuestra dignidad es lo que muchas veces nos enganchaEl alivio que supone la ensoñación que traemos a la mente nos atrapa por lógica pura: preferimos sentir que nuestro ego está a salvo (aunque sea en el plano imaginario) a sentirnos vulnerables y frágiles.

Preferimos pensar que podríamos haber pillado a nuestra pareja y haber actuado en consecuencia, preservando nuestra autoestima, antes de vernos con el panorama de la ruptura no escogida.

 

La idea que se desprende de estas líneas es poderosa: el odio promueve escenarios fantaseados donde, generalmente, buscamos y conseguimos salir mejor parados. Sin embargo, la trampa es también evidente: por desgracia, la batalla que sentimos haber perdido y nos genera ese odio ya ha pasado. El engaño por parte de nuestra pareja ya sucedió. El insulto de nuestro padre ya ha impactado contra nosotros. Es decir, aquello que tratamos de reequilibrar, restablecer o recuperar ya ha ocurrido.

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Es primordial, por tanto, tener en cuenta esto presente. A veces nos enfrascamos en pensamientos, recuerdos y alternativas o futuribles para ver si por fin conseguimos encontrar algún dato novedoso y revelador o conseguimos vencer y cerrar nuestra herida.

Dicho de otro modo, el odio promueve satisfacciones simbólicas. El trabajo por tanto, no se centraría tanto en tratar de restablecer la situación en el plano imaginario ni tampoco en el real. Constaría de un fuerte componente de aceptación: tenemos que estar dispuestos a haber perdido, asumirlo e integrarlo para que recordar el hecho concreto donde se originó la emoción no suponga una tormenta emocional y fantasiosa.

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Autor: Alvaro Narvaiza
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