Personas Incapaces de Amar
Personas Incapaces de Amar.
¿Existen las personas con esta incapacidad?
Alguna vez nos habrá rondado por la cabeza esta cuestion; ¿Existen personas incapaces de amar? Supongo que es condenar a alguien decirle que nunca será capaz de amar, y desde luego hasta las personas más duras afectivamente, han podido estar enamoradas, al menos, de una causa. Ahora bien, hay que valorar si a eso se le puede llamar amor.
Empezando por el principio, ¿qué es el amor? La versión más racional de la psicología puede entenderlo como una serie de procesos químicos que suceden en el cerebro con la finalidad de preservar la especie y la crianza el tiempo necesario para que la prole se independice. Y fin de la historia. Pero quizá, para la mayoría de las personas, la experiencia de amor va más allá, trasciende. Incluso, aunque existen modelos teóricos que explican las fases del amor, estoy de acuerdo en considerar que la experiencia de amor, de algún modo, va más allá de las teorías que la explican.
El amor, entendido como algo inherente al ser humano, es primero que todo una motivación: la motivación de estar vinculado emocionalmente a otra persona. Es una motivación que pone en marcha nuestro mundo afectivo, haciéndose permeable al vínculo con el otro. Así, el amor guarda relación con la empatía, y es el motivo por el que habría personas con más dificultades para amar, llegandose a dar la incapacidad para amar.
El amor como motivación universal sería bien diferente del amor de pareja. Este pasa por una fase de atracción y deseo sexual, posteriormente un deseo de unión, conexión íntima y pasión, y finalmente se establece y afianza mediante el apego. En cambio, el amor como motivación universal, tiene que ver con la capacidad del ser humano de estar unido emocionalmente a las personas, y para ello, ha de existir y estar construida la habilidad de conectar afectivamente, la habilidad de vincular genuinamente y tener vínculos significativos y no superficiales.
Cuando decimos que existen personas incapaces de amar, no se trata de personas que no se enamoran, pues pueden enamorarse de una idea, tener pareja e idealizarla como ocurre en el enamoramiento; o por el contrario, no tener sentimientos de apego hacia las personas ni las pertenencias. Probablemente se nos venga a la cabeza la imagen de alguien frío emocionalmente, incluso cruel. Las personas incapaces de amar, no lo son en su totalidad: tienen “rotas” las capacidades para vincular genuinamente, para conectar emocionalmente con las personas. Y esto puede suceder por varios motivos.
¿Qué tipos de personas pueden ser incapaces de amar?
Personas narcisistas
Una frase que puede escucharse frecuentemente es que las personas narcisistas no aman, tienen incapacidad para mostrar amor . Idealizan, pero no aman. Como he mencionado antes, condenar a alguien en su capacidad para amar no es una opción, y desde luego no podemos afirmar tal cosa porque todos amamos algo, aunque sea una idea o incluso una idealización. En el caso de las personas narcisistas, cuando se habla de que no aman, se refiere a que no está construida su capacidad para relacionarse desde lo emocional, para profundizar en ese sentido. Y por eso, el encuentro con el otro, que es un encuentro íntimo, “al desnudo” si se quiere, resulta imposible. Esto es así porque en las personas con problemática narcisista, la motivación que predomina es el narcisismo, que se convierte de algún modo en su brújula.
Esto quiere decir que la mayoría de sus acciones, pensamientos y emociones están mediados por una evaluación constante de sí mismo en términos de auto-valoración; es decir, de narcisismo.
Por ejemplo, una persona con problemática narcisista, cuando llega a consulta puede fácilmente pensar si el terapeuta tiene el despacho más grande o más pequeño que él. A simple vista, no hay problema per se en eso, pero la cuestión es que la necesidad de conectar, que es a lo que se viene en terapia (a una relación de ayuda), queda en un segundo plano; opacada por esa motivación narcisista que ha de estar constantemente compensándose para que la persona no se desmorone.
En su vida social, también va a primar esa tendencia a re-establecer constantemente el narcisismo, en detrimento de otras motivaciones, como lo es la motivación por conectar emocionalmente y apegarse. Esto no quiere decir que las personas con problemática narcisista no puedan tener pareja o una relación satisfactoria, sino que sus vínculos tienden a ser más superficiales; por la incapacidad para conectar emocionalmente con el otro. A veces pudiera parecer que no, pues algunas personas con problemática narcisista no son frías afectivamente, no obstante suelen utilizar la emoción de manera instrumental para conseguir algo o porque funciona. Para estas personas, es difícil conocer genuinamente sus emociones, pues para ello habría que bajar de esa motivación narcisista a explorar otras distintas.
Personas con dureza afectiva
Otro caso son las personas con dureza afectiva. La dureza afectiva es un rasgo de personalidad, que está presente en muchas personas y sería lo contrario a la empatía y los comportamientos que consideramos social y moralmente bondadosos y hacia el prójimo (la afabilidad). Las personas con dureza afectiva no experimentan emociones vulnerables como la ternura, la tristeza o el miedo. Esto, supone una incapacidad también para amar de manera genuina, porque precisamente el amor nos hace vulnerables al otro.
La dureza afectiva es un rasgo de personalidad conocido como “psicoticismo”, que no es lo mismo que psicosis ni esquizofrenia. Nuestra personalidad tiene mayor o menor dureza afectiva. En cambio, también hay ciertas patologías donde la dureza afectiva es muy alta, como son los trastornos psicóticos, o los trastornos de personalidad antisocial, esquizoide y la psicopatía.
En el caso de los trastornos psicóticos, la capacidad para comunicarse y relacionarse con la realidad está mermada, de manera que las emociones e interacción es más estereotipada, más plana. Digamos que no se relacionan con el mundo en un tono emocional, y esto puede generar aislamiento, que es una de las principales dificultades de una persona que padece un trastorno psicótico. Esto no quiere decir nuevamente que sea incapaz de amar ni mucho menos de tener relaciones significativas, sino que para conectar emocionalmente con las personas existe esa barrera.
En el caso de las personas antisociales, la dureza afectiva toma forma de que el otro no existe, por lo que sus límites y derechos se vulneran y desprecian. En este caso, si hablaríamos de una dificultad estructural para amar, pues existe un desprecio genuino hacia las personas (que es lo contrario al amor); y no está construida la capacidad de empatía que permitiría desarrollar sentimientos agradables y positivos en los vínculos de apego. Lo mismo sucede con la psicopatía.
Por último, en el caso de la personalidad esquizoide, la dureza afectiva toma forma de desinterés genuino por las relaciones personales, familiares y sexuales. En este caso, ni disfrutan de las relaciones ni esto les produce sufrimiento o ansiedad. Así, la dificultad para establecer vínculos de amor es notable, básicamente porque no quieren. No obstante, si son personas capaces de empatizar y expresar sentimientos de ternura; a pesar de su frialdad emocional, pero sencillamente el amor no les interesa.
Personas traumatizadas
En el último caso, existen personas que al haber sufrido un trauma, experimentan de manera temporal una incapacidad para amar y para sentir emociones positivas. Este es uno de los síntomas del trastorno de estrés post traumático. En este caso, no es algo de la personalidad sino de la situación que vivieron: fue algo que las congeló por dentro, de manera que han quedado frías.
Esto sucede especialmente cuando el daño lo causa otro ser humano, pues rompe la confianza en las personas y la idea de que el mundo es un lugar seguro.
Por ello, las personas con traumas pueden experimentar un desapego en sus relaciones como si no les importasen, que es temporal y es una consecuencia del trauma. Esa incapacidad para amar se relaciona entonces con el miedo y el daño, es decir, con la dificultad para volver a confiar y volver a sentir emociones de amor hacia las personas cuando he sido dañado por ellas.
Algunas personas con traumas tienen miedo a conectar con su mundo emocional porque en su momento, fue terriblemente intenso y desbordante, por ello este ha quedado en un segundo plano. Esto hace que sus necesidades afectivas y de conexión hayan quedado relegadas para sobrevivir, como una forma de protegerse. En este caso, como decía el psicoanalista Hugo Bleichmar: “el daño que hace un ser humano, sólo lo puede reparar otro ser humano”. Es decir, cuando esas necesidades de conectar se han visto dañadas en una relación, podemos curarnos en otra relación suficientemente segura que nos permite restaurar nuestra capacidad para amar y sentir.
Finalmente, es importante dejar claro que aunque hablemos en estos términos de incapacidad para amar, es necesario no condenar a nadie en su capacidad para amar pues precisamente esta motivación es curativa. Sí. El amor, no entendido como amor romántico sino como universal, es una motivación reparadora de las heridas y creativa para la vida.
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