Problemas de control de la ira: Trastorno explosivo
TRASTORNO EXPLOSIVO: CUANDO NO PODEMOS CONTROLAR LA IRA
¿Qué es el trastorno explosivo?
El trastorno explosivo es un trastorno del control de impulsos más frecuente en hombres, aunque también aparece en mujeres, que se caracteriza por estallidos de violencia sobre las que el sujeto no tiene ningún tipo de control y que aparece ante cualquier situación que genera un estado de frustración o displacer en la persona.
Esto lo hace altamente impredecible pues no es necesario que el sujeto se encuentre en un estado de agitación previo, y pueden ser situaciones que a cualquier otra persona como mucho les generaría una ligera molestia. Estos episodios suelen incluir violencia verbal pero también física, por lo que es frecuente que lancen objetos, den golpes o incluso agredan.
Las personas que sufren este problema dl control de la ira, tienen gran sufrimiento pues tras el estallido de ira incontrolable suelen sentir mucha culpa y arrepentimiento, y además tienen que lidiar con las consecuencias derivadas de sus actos. Hay que tener en cuenta que durante estos episodios, la persona no es capaz de hacer un análisis de estas consecuencias, y de cómo lo que haya dicho y/o hecho puede afectarle a los demás y a él mismo.
Este trastorno suele aparecer en la infancia (a partir de los 7 años de edad), sin que se tenga que confundir estos con las rabietas infantiles comunes. Este suele exacerbarse durante el periodo de la adolescencia, apareciendo más notoriamente la violencia en cada estallido.
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Obviando las consecuencias que estas reacciones tienen en el momento de la explosión, estas personas pueden verse expuestas a largo plazo a por ejemplo, la pérdida del empleo, el abandono de la pareja y de las personas cercanas, etc., puesto que ante el temor de nuevas reacciones similares, las cuales además son impredecibles, optan por cortar la relación. Esto genera que la persona en muchas ocasiones pueda tener un gran sentimiento de soledad, apatía, y que si la situación no mejora, con el tiempo acabe estando aislada.
El consumo de drogas o alcohol, a veces existente antes o que puede aparecer como consecuencia del aislamiento sufrido, agrava este problema pues actúa como un desinhibidor.
Causas del trastorno explosivo o pérdida del control de la ira
Las causas son bastante desconocidas. Si bien es cierto que hay un componente importante de aprendizaje y vivencias (por ejemplo, personas que se crían en hogares donde la violencia está normalizada o es frecuente), que hacen que estas personas tengan una baja tolerancia a la frustración y por tanto, una mayor reactividad antes situaciones que les resulten molestas, parece ser que también hay ciertas causas neurológicas.
Se ha observado que estas personas presentan un desajuste bioquímico (disminución de los niveles de serotonina) que puede generar una menor actividad en el lóbulo prefrontal, lo cual está implicado en el control de impulsos y en una mayor actividad en la amígdala, una zona del cerebro muy implicada en lo relacionado con lo emocional.
En cuanto a la causa o al desencadenante del episodio concreto de explosión, a veces es real, es decir, que el sujeto sufra una situación en la que la carga emocional esté justificada, sin embargo, a veces el detonante puede ser “imaginario” en tanto que la persona malinterprete situaciones que ocurran a su alrededor y la persona sienta que le toman el pelo, se sienta atacada, tratada injustamente, algo no está donde debería estar, etc. Muchas veces también, lo que desencadena la ira es algo que para otras personas solo nos supondría una molestia leve.
Hay que tener cuidado de no confundir estas explosiones con otras muchas situaciones que incluyan una carga alta de agresividad. Algunos ejemplos de esto sería una explosión puntual ante un gran enfado o estado de frustración, conductas agresivas asociadas a otros trastornos como el trastorno límite de la personalidad o el trastorno antisocial de la personalidad, conductas agresivas derivadas de la enfermedad de Alzheimer o de algunas demencias, o un episodio de descontrol relacionado con el consumo de algunas sustancias.
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Psicoterapia de la pérdida del control de la ira
Este trastorno tiende a cronificarse si no se somete a terapia, por lo que es muy recomendable empezar con el mismo con la aparición de los primeros episodios. A veces ocurre que se le quita importancia a estos episodios por que son “cosas de la edad”, pero esto puede derivar en que el trastorno se haga más resistente, cuando si empezamos con el tratamiento en la infancia, este será más efectivo.
El objetivo de la terapia sería ayudar a la persona a adaptarse a las demandas del medio y conseguir que pueda desarrollarse tanto en su vida personal y social, como en su vida laboral de una manera adecuada, que pueda tolerar mejor la frustración y generar menos malestar tanto a él mismo como a los demás. Además de la terapia a veces es necesario el tratamiento psicofarmacológico para equilibrar los niveles de serotonina del cerebro y reducir la sintomatología. Esto se consigue mediante la prescripción generalmente de estabilizadores del ánimo.
Algunas ideas que pueden ayudar:
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el entrenamiento en habilidades sociales
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el uso de técnicas de respiración y relajación
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enseñarle a la persona a que pueda detectar, detenerse y hacer una valoración de la situación antes de explotar
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la búsqueda de otras alternativas a la explosión (como salir del lugar y clamarse, dar un paseo, etc.)
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el que la persona se responsabilice de las consecuencias de sus actos pero desde el entendimiento y no desde la culpa, etc.
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