Por qué los niños víctimas sienten culpa

¿Por qué los niños víctimas y maltratados sienten culpa de lo que pasó?

 
Cuando nos referimos a niños víctimas, nos referimos a niños que han sufrido algún tipo de malos tratos en su etapa de infancia y/o adolescencia.

Cuando hablamos de maltrato infantil, hablamos de la exposición de uno o varios acontecimientos con carácter estresante y/o aversivo que puede llegar a constituir un evento traumático para el niño, con unas consecuencias negativas para su salud extraordinarias, por lo que requiere intervención terapéutica específica.

Naciones Unidas llega a definir el Maltrato Infantil como toda violencia, perjuicio y/o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, mientras que el niño se encuentre bajo la custodia de sus padres, de un tutor o de cualquier otra persona que le tenga a su cargo.

TIPOS DE MALTRATO INFANTIL

El maltrato puede clasificarse desde diversos puntos de vista:

  • Según el momento, edad, contexto en el que se produce.

  • Según los autores implicados.

  • Según las acciones concretas que lo constituyen.

Así nos encontramos con diferentes tipos de maltrato posible, como son:

  • El maltrato físico, que sería una acción intencional que provoca daño físico directo o indirecto (algún tipo de enfermedad o posibilidad de padecerla).

  • La negligencia o abandono físico, sería la dejación de las necesidades y cuidados básicos relacionados con la protección, higiene, salud, alimentación, seguridad y educación.

  • El maltrato emocional, sería conductas de hostilidad, desprecio, críticas o burlas y falta de respuesta a las iniciativas de interacción solicitadas por el niño.

  • El maltrato sexual, sería la utilización del menor como objeto sexual con contacto físico (caricias, masturbación, penetración) o sin el contacto físico (exhibicionismo, pornografía) por parte de un adulto con la intención de estimularse y satisfacerse sexualmente.

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CONSECUENCIAS DEL MALTRATO INFANTIL

Dada la variada naturaleza de maltratos, las consecuencias y efectos sobre el niño pueden ser también de naturaleza muy variada, como por ejemplo:

  • Lesiones físicas y/o neurológicas.
  • Alteraciones en el estado de ánimo (apego, ansiedad, estrés, miedo).
  • Problemas en la conducta (conductas violentas, hiperactivación, problemas para concentrarse, rendimiento escolar, etc.).
  • Alteraciones psicopatológicas (trastornos afectivos, estrés postraumático).
  • Atribución del problema (culpa).

Es en este último ítem donde nos vamos a detener más adelante para poder entender cómo un niño que sufre malos tratos termina asumiendo la responsabilidad de los actos del adulto maltratador como único responsable de la experiencia negativa.

Pero primero, tenemos que ver si EL MALTRATO AFECTA A TODOS LOS NIÑOS POR IGUAL y por qué.

La respuesta es, no. Como vimos en la clasificación anterior, la afectación de los malos tratos en los niños va a depender de la edad de éste, del periodo de desarrollo en el que se encuentra, los contextos familiares en cuales vive, donde se produce el maltrato y el tipo de maltrato al que es sometido. De esta manera, para detectar, evaluar e intervenir sobre el maltrato tenemos que poner atención en el conjunto de factores de riesgo presentes en el ambiente familiar, social y escolar. Hay que poner la mirada en las características del maltratador, las relaciones familiares y de pareja, hábitos de crianza, apoyo social, circunstancias estresantes presentes y las posibilidades de restablecer un contexto adecuado para las necesidades del niño.

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LOS NIÑOS MALTRATADOS CARGAN CON LA CULPA DE SUS MALTRATADORES

Un niño por su etapa de desarrollo no puede permitirse pensar que sus padres o adultos cercanos son malos y le rechazan, pegan, humillan, o agreden sexualmente sin razón alguna, y este es uno de los motivos por lo que se empieza a generar el sentimiento de culpa por el maltrato sufrido.

Los niños depositan su confianza y su aprendizaje vital en estas figuras, y aunque reciba respuestas dañinas para sí mismo, empieza a cuestionarse a sí mismo, que lo que recibe es porque es lo que se merece. Un niño pequeño no puede permitirse pensar que la persona de la que depende su supervivencia es la misma que le maltrata, llegando a someterse a los malos tratos y atribuyendo éstos como consecuencia de sus actos asumiendo la culpa.

Además, la respuesta del maltratador suele ir acompañada de palabras que justifican lo sucedido, atribuyendo la responsabilidad de los actos del adulto en el comportamiento previo del niño. Así, los actos coinciden con las justificaciones ofrecidas y dada la escasa capacidad de los niños a entender lo ocurrido, no ponen en duda la experiencia negativa (empezando a elaborar e integrar el concepto de culpa sobre sí mismos).

En respuesta se crea la llamada triada para el silencio que consiste en el miedo, sensación de culpabilidad e indefensión que asume el niño ante la figura de autoridad.

La búsqueda de una justificación para dar algún sentido a las experiencias es imposible, por lo que el niño asume una serie de contribuciones causales internas, como responsable o merecedor de los hechos negativos. Las contribuciones negativas y desagradables dan lugar a la aparición y asimilación de emociones como la tristeza, remordimiento, angustia, impotencia y frustración entre otros.

Esto debilita o no permite que se desarrollen los recursos internos necesarios para poder hacer frente a las situaciones problemáticas y negativas, lo que influye en el desarrollo una autoestima adecuada, destrezas sociales, apego seguro, capacidad para elaborar el trauma generado, control de impulsos, capacidad para empatizar con los demás y propios autocuidados. Todo esto es sólo una parte de las posibles consecuencias que se generan ante la presencia de maltrato en la vida de los niños.

Los niños víctimas pueden experimentar la traición no sólo en relación al agresor, sino también con otros miembros de la familia que no han sabido protegerle o no han creído lo sucedido. Este puede ser un importante factor para entender la afectación del maltrato en la persona y los mecanismos y estrategias que se adoptan para afrontar la situación y su gravedad.

El objetivo a trabajar con población tanto infantil como adulta que han sufrido malos tratos, es el de crear o recuperar un funcionamiento efectivo frente a las adversidades del entorno, que ayude a las personas sometidas a traumas graves o condiciones difíciles, consigan desenvolverse y vivir, incluso llegar a desarrollar recursos a partir de su experiencia que les permita desarrollar respuestas de ajuste saludable a los retos de la vida.

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Autora: Mariela Georgieva
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