LAS CREENCIAS Y SESGOS NEGATIVOS QUE MANEJAN LA MENTE
Las creencias negativas y erróneas, porque para nuestra mente son reales y determinan nuestra vida
El individuo ha luchado siempre por no ser absorbido por la tribu.
Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado.
Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.
Friedrich Nietzsche
La máquina de pensar
Las personas tendemos a focalizar nuestra atención o a valorar más y mejor aquello que coincide con nuestras propias creencias y puntos de vista, mientras que pasamos por alto o restamos valor a aquello que las contradice. Podría decirse que, literalmente, vemos y oímos lo que queremos ver y oír.
Y hacemos ésto, fundamentalmente, cuando se trata de situaciones perturbadoras.
No es infrecuente, aún en nuestros días, escuchar que alguien se encuentra muy sensible o intranquilo o especialmente sensual las noches de luna llena, tal vez porque cuando se percata de este hecho, está más predispuesto a observarse de una forma particular, o porque no toma en consideración su nerviosismo, su sensualidad o su emotividad durante el resto de las fases lunares, y si lo hace, interpreta de manera diferente lo que observa.
Del mismo modo, nos resultan más creíbles y mejor argumentadas las opiniones vertidas por un representante político de nuestra ideología, puesto que, además, tenemos una notable tendencia a valorar a las personas globalmente, y no particularmente sus argumentos o ideas, de modo que determinamos su validez o su veracidad mediatizados por factores subjetivos y emocionales tales como la admiración o el respeto que nos merece o por la antipatía que despierta en nosotros. Y, en la misma línea, solemos argumentar basándonos más en nuestros sentimientos que en hechos observables y contrastables.
Sépase, además, que construimos estas creencias que nos son propias a partir de las experiencias y los testimonios ajenos, e incluso cuando éstos son claramente inverosímiles, llegamos a adoptarlos con relativa facilidad.
Nuestro lenguaje juega un papel fundamental en esta confusión. La rotundidad de expresiones absolutas como “es de sentido común que…”, “como todo el mundo sabe…”, “resulta evidente…”, contribuyen a incrementar nuestra tendencia a interpretar los acontecimientos en términos de todo-nada. Tendremos oportunidad de hablar en futuras ocasiones acerca de los eufemismos, que tienen por objeto ocultar o dulcificar una realidad que se considera desagradable.
Creencias, sesgos y autoengaños de la mente
Estos sesgos o autoengaños (y muchos otros más que no cabría aquí analizar) afectan a todas nuestras interacciones sociales de cada día, y cumplen funciones claramente ventajosas para nosotros: constituyen atajos que nos ayudan a tomar decisiones (sobre todo cuando no disponemos de mucha información); y proporcionan estabilidad social.
Y por lo tanto cabe prestarles una cuidada atención, al objeto de no permitir que se conviertan en distorsiones claramente perturbadoras para nuestra integridad psíquica.
Mi consejo en este artículo, pues, es que cada uno revise, a la luz que pudieran ofrecer estas consideraciones, algunas de las creencias que ha asumido sin previo análisis a lo largo de su vida, y que de algún modo estén interfiriendo en su felicidad y desarrollo como persona individual con capacidad de análisis y sentido crítico.
Se me ocurre apuntar algunas que escucho con relativa frecuencia como: “la institución de la familia está en peligro”, “nadie me quiere”, “soy un imbécil integral”, “no soy capaz de…”, “así ha sido siempre y así seguirá siendo”, “no se debe molestar”, “este número no, que ya salió premiado”, “piscis y cáncer no se llevan bien”, “los padres aguantan lo que le echen”… y todos los debo o debería que sean capaces de traer a su mente. Créanme que es un sano ejercicio. O mejor, no me crean, compruébenlo ustedes mismos.
SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO COMPÁRTELO EN TUS REDES SOCIALES