Mecanismos de defensa: la proyección y la introyección
Los mecanismos de defensa: la proyección y la introyección
Qué son los mecanismos de defensa
Antes de hablar de la introyección y la proyección, definiremos los mecanismos de defensa como aquellas estrategias psicológicas que ponemos en marcha de forma inconsciente con el fin de protegernos a nosotros mismos, a nuestra autoimagen y autoestima. Estos procesos se suelen desencadenar de forma automática ante situaciones que nos resultan estresantes, amenazadoras o impactantes con el fin de mitigar su impacto emocional y poder seguir funcionando.
Encontrar el equilibrio y gozar de salud mental tiene que ver, en gran medida, con la capacidad de adaptarnos a las circunstancias externas, sincronizar y regular nuestros estados internos. Cuando nos encontramos ante situaciones que no sabemos manejar o para las que no estamos psicológicamente preparados, se disparan toda una serie de mecanismos a los que llamamos mecanismos de defensa.
Cómo funcionan los mecanismos de defensa de la proyección y la introyección
Existen varios mecanismos de defensa, pero en este artículo vamos a centrarnos en la proyección y la introyección.
No existe una realidad objetiva como tal, interpretamos la realidad constantemente y lo hacemos cada uno a través de nuestras gafas teñidas por nuestras experiencias personales, deseos, miedos, etc.
La proyección consiste en poner fuera, ya sea en una persona u objeto aquellos atributos internos, deseos, sentimientos o aspectos de nosotros mismos que no somos capaces de aceptar. Situándolo fuera de nosotros mismos, podemos poner cierta distancia y esto nos permite mirarlo y soportar mejor la ansiedad y angustia que nos provoca.
Al igual que proyectamos aspectos de nosotros mismos cuando pintamos un cuadro o escribimos una canción, lo hacemos cuando nos relacionamos con los otros.
Cuando algo que sentimos o pensamos nos resulta una amenaza y nos genera un conflicto emocional, se lo atribuimos a otra persona, de forma que no nos hacemos cargo de lo que sentimos. Es una forma de expulsar aquello que nos hace daño.
Un ejemplo de proyección en psicología sería una persona altamente agresiva o enfadada con el mundo que, sin darse cuenta, percibe esa agresividad y mala intención en la gente que le rodea.
El mecanismo de introyección funciona de forma opuesta al de proyección. En este caso, interiorizamos y nos hacemos responsables de actitudes, pensamientos o formas de actuar que no son nuestras. Estos aspectos nos los tragamos indiscriminadamente, sin pasar por el filtro de la consciencia, de manera que no podemos elegir qué retenemos, por ser beneficioso para nosotros, y qué queremos desechar.
Los introyectos suelen ser mensajes y mandatos que recibimos de la familia y de la sociedad. En el proceso de configuración y desarrollo de quiénes somos, aprendemos del entorno pero, para eso, debemos aprender a digerir aquello que viene de fuera para poder integrarlo.
Cuando simplemente lo aceptamos sin cuestionarlo, ya sea porque lo percibimos como un deber, como forma de no decepcionar o para agradar al otro, hablamos del mecanismo de defensa de introyección.
En ese caso, lo que viene de fuera y lo que piensan los demás cobra mayor importancia que las propias necesidades y esto entorpece el libre desarrollo de la personalidad.
Un ejemplo de este mecanismo de defensa de introyección sería el de una persona que ha escuchado siempre que para ser feliz hay que casarse y tener hijos y que sin cuestionarlo ha hecho suyos estos valores dejando a un lado sus propios deseos y necesidades.
Estos mecanismos son bastante comunes, pero ¿qué podemos hacer cuando nos están suponiendo un problema?
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En este caso, lo más importante es ser consciente de ellos. En el caso de la introyección debemos atrevernos a escuchar nuestras propias necesidades y deseos para poder discriminar qué de lo que hemos incorporado nos sirve y, por el contrario, qué otros valores queremos desechar porque no nos representan y nos están haciendo daño.
Cuando el problema es que estamos constantemente proyectando en el otro, es importante reapropiarse de lo proyectado y aceptar aquellos aspectos de nosotros mismos que nos está costando asimilar.
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Autora: María Rodríguez