Qué es el autismo y su tratamiento

Autismo, características y tratamiento

¿Qué es el autismo?

La concepción del autismo ha cambiado en los últimos años por parte de los profesionales de la salud que cada vez apuntan más a las variables neurológicas implicadas en el desarrollo del trastorno, dejando de lado la anterior consideración que apuntaba a un problema en el desarrollo del niño.

Por tanto, actualmente el autismo se considera un trastorno del neurodesarrollo donde las limitaciones que afectan a la vida social, laboral, académica y personal se producen desde el nivel neuronal y de forma temprana; durante la gestación del bebé. Anteriormente, se había considerado que un tipo de trastornos como el síndrome de Ret o Asperger eran distintos pero actualmente se los considera trastornos del espectro autista porque comparten síntomas.

¿Cómo reconocer el autismo?

Las características principales del autismo son dificultades en la interacción y comunicación social, e interés limitado en actividades.

Respecto a la comunicación, es un problema global que afecta no sólo con personas en concreto, o con la familia o amigos, sino en varios entornos como la escuela, la familia, las amistades; y se manifiesta en la dificultad para acercarse a otros, para tener una conversación fluida, para expresar afecto e interés, y para responder adecuadamente en la interacción siguiendo normas sociales.

Esto implica que existe en el niño cierta rareza a la hora de expresarse verbalmente, donde no va unido lo que dice y lo que expresa con el cuerpo, tampoco el contacto visual y el lenguaje corporal es espontáneo, no entienden bien los gestos o identifican las emociones del emisor, y tampoco expresan con su cara y cuerpo sus emociones.

Estas dificultades en las interacciones del día a día generan problemas a la hora de relacionarse, lo que limita su aprendizaje en el juego con sus compañeros, para socializar y hacer amigos, para ajustar su comportamiento al entorno en el que están, y muestran pérdida de interés por los otros.

Además, también pueden realizar ciertos rituales de manera repetitiva, por ejemplo colocar sus juguetes en línea, un movimiento estereotipado que no es un tic, o repetir una palabra. Todo ello tiene que ver con cierta rigidez en su personalidad, por lo que son formas de ganar control y poner orden en esa ansiedad.

Por tanto, son niños que se angustian ante cambios pequeños, piensan de manera inflexible y rotunda, y buscan una rutina muy estructurada (por ejemplo levantarse a la misma hora siempre aunque sea fin de semana, comer lo mismo siguiendo un calendario, seguir siempre el mismo camino) con dificultad para cambiarla o adaptarse a otra rutina. Esto también se relaciona con un número reducido de intereses, no mostrándose flexibles en cuanto a las actividades que les gratifican, suelen tener unas pocas donde ponen mucho empeño.

Por otro lado, se les ha considerado niños especialmente sensibles, pues pueden ser muy reactivos con los estímulos visuales, olfativos, musicales, o motrices del entorno; mostrando fascinación o aversión por sonidos, olores, texturas, imágenes, luces o movimientos.

Todos estos síntomas comienzan en la infancia, de manera temprana, y tienen consecuencias en el desarrollo adulto debido a que dificultan el desarrollo de la persona, especialmente el desarrollo social. Por tanto, puede acabar generando una discapacidad intelectual según su severidad.

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¿Cómo se aborda el autismo en terapia?

Para los trastornos del espectro autista, es muy importante la evaluación de la problemática que implicará analizar las áreas de la persona que están limitadas, a fin de poder intervenir sobre esas áreas específicas. En este sentido, se trata de identificar si hay discapacidad intelectual a consecuencia, o si hay deterioro del lenguaje, de la comunicación, o el autismo está vínculo a otro trastorno.

Una vez obtenida la información sobre las limitaciones del niño, la terapia se basa en capacitarlo; es decir, poder dar herramientas para desarrollar en la medida de lo posible lo que no se está desarrollando. Por ejemplo, se emplean técnicas cognitivas para mejorar todas las funciones lingüísticas.

Además, otro área importante es el abordaje de las relaciones sociales porque las personas nos desarrollamos con los demás, es esa inter-dependencia la que nos constituye como seres y el aislamiento es enemigo del bienestar. Por tanto, se trata de dotar al niño de habilidades sociales para tener interacciones que le permitan comunicarse con los demás, siempre ajustado a sus capacidades. Se trata de enseñarle a comunicarse, a poner palabras a lo que siente, a diferenciar emociones en sí mismo y en los otros, a diferenciar un comportamiento adecuado para cada contexto particular.

Finalmente, en terapia también se pueden generar alternativas al manejo del estrés y los cambios que no se centren en ordenar y generar rituales, sino en aprender a lidiar con ese estrés mediante técnicas de relajación, solución de problemas, entre otras.

 

¿Qué puedo hacer si creo que mi hijo/a tiene autismo?

Es importante que puedas acudir a un experto a fin de que lo pueda evaluar y determinar si es autismo o se trata de otra alteración, para así continuar con un tratamiento adecuado. Sin embargo, es importante subrayar que aunque las etiquetas diagnósticas nos permitan obtener un tratamiento ajustado al problema, no engloban a la persona, cada niño/a es único y es importante también generar un espacio seguro para que el niño/a pueda vincular con el terapeuta expresarle sus propias preocupaciones y necesidades más allá de la intervención que está dirigida a capacitarle.

No olvidemos que son niños con especial problema para relacionarse y esto puede dificultar que quieran ir a terapia y puedan comunicarse con el profesional, pero los terapeutas están formados en encontrar la manera de facilitar que el niño/a se pueda comunicar; tratando de generar una reacción diferente a la que suelen estar acostumbrados.

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Autora: Candela Molina
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