Fobia de Impulsión: Características, Síntomas y Tratamiento
Fobia de impulsión
“¿Me estoy volviendo loca? ¡Me da miedo quedarme a solas con mi bebe! Pienso que voy a hacerle daño ¿Cómo le cuento esto a mi marido? Pensará que me pasa algo, me da vergüenza y siento que hay algo malo en mí. Mi bebe tiene 8 meses y desde hace un tiempo evito abrir las ventanas, tener cuchillos a la vista cuando estoy sola y hay ocasiones que pienso que voy a coger las tijeras y cortarle, me aterroriza. Me da miedo coger una almohada y ahogarle o ver una ventana abierta y lanzarlo. No puedo disfrutar de mi hijo, veo peligros por todos sitios y siento que la mayor amenaza para su seguridad puedo ser yo. Me siento culpable y tengo mucho miedo y ansiedad, especialmente cuando estamos a solas.”
Este es el testimonio de una madre cariñosa, cercana y que adora a su hijo.
¿Qué puede llevar a esta madre a pensar de esta forma? La respuesta podría estar en las fobias de impulsión.
¿Qué es la fobia de impulsión?
La fobia de impulsión es un tipo de fobia en la que predomina el miedo a seguir los impulsos, a dañar a otros o a uno mismo o a perder el control. Los síntomas pueden manifestarse de forma aislada o formar parte de algún trastorno.
En mayor medida se encuentran en un trastorno obsesivo compulsivo (TOC), aunque también pueden encontrarse en trastornos de ansiedad, depresivos o estrés postraumático.
El miedo es una emoción que cumple un papel fundamental relacionado con la supervivencia y la adaptación, activa a la persona ante situaciones potencialmente peligrosas.
Pero ¿qué ocurre cuando la percepción de peligro proviene de nuestro interior, de tus propios pensamientos, cuando aparece la idea amenazante de que vas a perder el control y hacer daño a las personas de tu alrededor o a ti mismo?
Estos pensamientos surgen de forma involuntaria, son irracionales, pero la persona puede considerarlos reales y sentirse muy angustiada ante la supuesta probabilidad de que sucedan.
Es llamativo que los pensamientos intrusivos se centran a menudo en las personas más cercanas o en uno mismo, lo que habitualmente más se desea cuidar. Esto genera una contradicción en la persona que lo padece, al sentir impulso de dañar a lo que más se quiere. Por este motivo causa tanto sufrimiento. Los pensamientos, y en concreto, una forma poco adecuada de manejarlos, se encuentran en el origen de las fobias de impulsión. Es importante señalar que los impulsos no tienen que ver con los deseos o la voluntad real de la persona.
Fobia de impulsión: características y síntomas
Los principales síntomas que caracterizan a las fobias de impulsión son:
- Pensamientos intrusivos, son automáticos e involuntarios, sin que la persona quiera. Se manifiestan como actos desagradables, inmorales, violentos o inapropiados para la persona. En sí mismos no son “malos” sino que dependen de la interpretación que se haga de ellos.
- Pensamientos obsesivos. Interpretaciones irracional de los pensamientos intrusivos que impacta negativamente condicionando las emociones y en consecuencia la conducta, como las respuesta de evitación.
- Miedo ante la aparición de dichos pensamientos, este miedo viene dado como consecuencia de la sensación de no poder controlarlos y a su vez miedo a que puedan convertirse en actos reales y de esta forma queden confirmadas las interpretaciones negativas sobre uno mismo.
- Visualizaciones de uno mismo llevando a cabo los impulsos.
- Evitación de situaciones o espacios para evitar que los pensamientos se lleven a la acción por miedo a dañar a uno mismo o a los otros. Por ejemplo, cuando el miedo es a hacerse daño a uno mismo, estar a solas puede ser muy angustioso.
- Ansiedad por la sensación de pérdida de control sobre los propios pensamientos.
Causas de las fobias de impulsión
Las fobias de impulsión no tienen un origen concreto, además puede encontrarse dentro de otros trastornos. Aun así, existe un consenso respecto a la dinámica de funcionamiento en nuestro cerebro que puede llevar a desarrollar los síntomas que configuran esta fobia.
Las personas acogemos pensamientos de todo tipo, no se puede conseguir que nuestro cerebro deje de pensar, pero si se puede regular y controlar que hacemos con esos pensamientos.
Cuando un pensamiento que aparece en nuestra mente es considerado irracional, habitualmente se le presta una breve atención y poco después se descarta, olvidándose.
Puede ocurrir que nos fijemos y demos excesiva relevancia a estos pensamientos intrusivos y comienza un análisis y cuestionamiento acerca de ellos: ¿y sí llevo a cabo lo que pienso? ¿será una parte desconocida de mí? ¿estaré loco? ¿seré una persona mala?
Al otorgarle importancia y validez al pensamiento, e interpretarlo como peligroso, es probable que aparezcan el miedo, la culpa y la ansiedad. La respuesta a esto es intentar reprimirlo, pero al intentar no pensarlo, el resultado es que se acaba pensando más, lo que genera un bucle en el que la persona se siente atrapada, que colisiona con su valores ético-morales.
También se considera que los siguientes factores pueden ser causas de la aparición de las fobias de impulsión:
- Sobreestimación de la importancia de un pensamiento obsesivo: se trata de una distorsión cognitiva que lleva a atribuirle un significado personal al pensamiento. La persona siente que es todo aquello que piensa.
- Responsabilidad y control excesivo. La persona piensa que tiene control y capacidad de decisión sobre determinados acontecimientos negativos
- Acontecimientos vividos estresantes que resulten difíciles de gestionar pueden generar estados de vulnerabilidad para los pensamientos intrusivos u obsesivos.
- Rasgos de personalidad como neuroticismo, perfeccionismo, autoexigencia, moral estricta y excesiva responsabilidad.
- Impacto emocional de algo ocurrido o noticia relacionada con la falta de control de los impulsos. Este factor desencadena que la persona se plantee si ella también pudiera llegar a hacerlo.
Tratamiento psicológico ¿Cómo tratar las fobias de impulsión?
En primer lugar, es primordial ayudar a la persona a que identifique los pensamientos que protagonizan su malestar. Luego, conocer la forma en que aparece la obsesión (imágenes, dudas, etc.) y saber cuándo, con quién y cómo actúa la persona frente a estos impulsos.
Psicólogos/as especializados/a pueden intervenir y acompañar en su proceso a personas que sufren una fobia de impulsión.
Se puede tratar desde varios enfoques, aunque suele necesitar un enfoque multidisciplinar y, en ocasiones, es favorable un tratamiento farmacológico. El tratamiento psicológico ira dirigido a:
- Acompañar a la persona a comprender su historia y la causa que ha podido generar esta fobia.
- Detectar situaciones estresantes a nivel emocional y tomar conciencia de la gestión.
- Identificar los recursos y fomentar nuevos.
- Sustituir las interpretaciones negativas por otras más funcionales.
- Reducir la sintomatología, ansiedad, miedo y conductas evitativas
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Autor: Rafael Beato