Personas que no soportan las emociones positivas
¿Por qué hay personas que no soportan las emociones positivas?
“… la ira es un apetito penoso de venganza por causa de un desprecio
manifestado contra uno mismo o contra los que nos son próximos,
sin que hubiera razón por tal desprecio.”
(Aristóteles, Libro II 1378a, pág. 32)
Qué son las emociones positivas y por qué hay personas que les cuesta poder sentirlas
Sirva esta breve referencia al pensamiento artistotélico para poder entender lo que depositamos en las emociones: juicios o cogniciones, concretamente creencias y representaciones subjetivas para comprenderlas, por lo que como vemos en el ejemplo de Aristóteles, no se limita a indicar que la persona enfadada cree que otro ha dicho o hecho algo, sino que cree que lo que ese otro ha hecho debe entenderse como un desprecio.
Por lo que este aspecto evaluativo de la emoción no es de naturaleza desinteresada, sino que tiene un carácter marcadamente subjetivo y propio de alguien al que esa situación le afecta.
Abordamos de forma frecuente dentro del marco psicoterapéutico todo lo que tiene que ver con la regulación emocional en cuanto a nuestros afectos negativos, no obstante, no hay tanta mirada depositada en otra parcela igualmente importante: la de saber aproximarnos a nuestros estados emocionales positivos, de guardar una relación con ellos y de poder también, regularlos.
¿Qué entendemos por regularnos? Es la habilidad para estar abierto a los sentimientos, modular los propios y los de los demás, así como promover la comprensión y el crecimiento personal.
Pero para poder regular, primero es conveniente que sepamos acercarnos, acercarnos bien, de tal forma que la aproximación a estos no nos produzca algo ingrato. Porque paradójicamente, si, podemos experienciar algo ingrato en lo bueno, algo aversivo, algo que escuece.
Estudios recientes han revelado precisamente esto, que a ciertas personas lo que les asusta es el bienestar, por lo que sentimientos como la seguridad, el disfrute y la felicidad, disparan sentimientos de temor.
Entre las razones para temer las emociones positivas se encuentra el sentimiento de no ser merecedoras de ello o la creencia interna de que la buena fortuna viene siempre acompañada de una inevitable pérdida.
La dificultad de procesar emociones placenteras
Cuando hablamos de procesar, hablamos de poder masticar, de poder digerir, de familiarizarnos con aquellos estados que de forma natural se albergan en nosotros. Para que esto se de, tiene que haber unas condiciones internas que nos permitan llevarlo a cabo.
Las emociones positivas permiten a los sujetos ampliar sus perspectivas, construir sus propios recursos y enfrentar las adversidades, con un alto impacto en los procesos cognitivos y sociales.
Sin embargo, en algunas personas existe el temor a este sentir, algo que está relacionado con un alto nivel de autocrítica, depresión, ansiedad y estrés.
Abordándolo desde el punto de vista de los problemas en el estado de ánimo, la depresión y ansiedad, por ejemplo, comparten la disforia o afecto negativo pero su característica diferenciadora es que en la depresión hay además, una ausencia de afecto positivo (anhedonia) que no está presente en la ansiedad.
Todo esto nos hace pensar, que es muy importante no poner solamente el foco en nuestra relación con las emociones negativas, sino en el déficit de recursos o elementos positivos.
Una de las características protagonistas en este alejamiento de lo positivo sería la autocrítica.
La autocrítica estaría en un lugar muy alejado de la autocompasión, por no decir el opuesto. Cuando una persona es altamente autocrítica, le resulta muy difícil relacionarse con sus propios sentimientos, sobre todo positivos, de los que hasta puede avergonzarse.
Especialmente en estos cuadros depresivos habitualmente pensamos que la exposición a participar en situaciones placenteras tendrán resultados beneficiosos, pero estos nuevos hallazgos en cuanto al lugar en el que nos encontramos relacionándonos con lo positivo, nos hace pensar que necesitamos una práctica previa, antes de permitirnos emociones gratas.
¿Cómo aproximarnos a lo agradable y a las emociones positivas?
Como decíamos anteriormente, exponerse de forma brusca a situaciones agradables puede resultar muy abrumador, lo interesante sería poder observar la posibilidad de concedernos un espacio para realizar entrenamientos de acercamiento a nuestra propia conciencia plena, es decir, a una forma de meditación asociada a la forma de procesar lo que sentimos.
La práctica meditativa nos posibilita familiarizarnos con la experiencia interna y con los propios pensamientos y sensaciones corporales.
Dentro de este espacio, podemos ir percibiendo paulatinamente emociones en objetos, arte, historias, música y otros estímulos, que, nos brinden la posibilidad de ir adquiriendo la comprensión de las experiencias afectivas propias e incluso construir nuevos significados en nuestros afectos.
Nombrar las emociones, ajustar los afectos alterados y expresar de forma interna o externa serían elementos interesantes a tener en cuenta para ir generando una especie de homeostasis interna y así ir reconstruyendo la mirada hacia aquello que de forma previa nos atemoriza.
Ha de tenerse en cuenta que el alejamiento de lo que nos causa dolor es el mecanismo principal de nuestro psiquismo, por lo que para lanzarse a explorar terrenos desconocidos o amenazantes, nos es necesario que se den unas condiciones de seguridad.
Estos sentimientos de seguridad pueden proveer unos lazos afectivos estables que además se asocian con el desarrollo de competencias como la empatía, la capacidad de reflexionar y la tolerancia, pero también con la aparición de la curiosidad y conductas exploratorias.
Para entender la regulación de nuestros afectos es necesario entender la experiencia subjetiva. Tener estas vivencias nos remonta a nuestra forma de relacionarnos de forma temprana con el mundo, con nuestros cuidadores de referencia y con la mirada puesta en nosotros.
Al ser sensaciones tan arraigadas, nos es necesario reaprender de forma pausada y recuperar una y otra vez la forma de relacionarnos de manera más compasiva con el mundo y sobre todo con nosotros mismos.
En Cepsim realizamos el acompañamiento psicoterapéutico necesario y suficiente para poder crear entre la persona que acude a consulta y el terapeuta ese espacio psicológico que brinde la posibilidad de formar una posible lente a través de la cual, observar la realidad no resulte ni tan limitante ni tan amenazante.
APRENDE A MANEJAR LAS EMOCIONES, ENTRA EN ESTE ARTÍCULO.
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Autora: Mar Arguello