La pulsión de muerte en la teoría de Freud
La pulsión de muerte en Freud y el psicoanálisis
Mas allá del principio del pacer
Qué es la pulsión de muerte en la teorías psicoanalítica
Pulsión de muerte y el síntoma: el más allá del principio del placer
Para comprender el término de pulsión de muerte comenzamos analizando que es un síntoma.
Es común que los pacientes acudan a consulta a través de una queja por uno o varios síntomas que les están causando un sufrimiento y en ocasiones una dificultad para convivir con ellos.
Normalmente suelen acudir porque hay algo de su equilibrio que se ha desestabilizado. Una homeostasis que se ha roto, ¿qué lo ha motivado?, ¿por qué en este momento?
Esto no quiere decir que todos los pacientes acudan con síntomas, pero sí que es una demanda bastante común que propicia cuando se desea, comenzar una psicoterapia.
Hay que señalar que no todos los síntomas causan sufrimiento, pero nos vamos a encargar aquí de los que sí lo hacen.
El psicoanálisis entiende el síntoma como una construcción.
Es decir, es una respuesta que la persona ha conseguido crear en un momento determinado de su vida y que, además le resultó útil y adaptativa.
Pero lo que algún día pudo ser una respuesta acertada ante una situación complicada o para la que no se tenían las herramientas suficientes, puede dejar de serlo en otro momento.
Por ejemplo, por no ser adecuado en una época del crecimiento, por edad, porque no le deja funcionar en su cotidianidad, etc. En estos casos, aparece una queja del paciente.
Por esto, el síntoma resulta una especie de carta de presentación que en ocasiones nos traen a consulta los pacientes.
Es lo que escuchamos de entrada, pero nuestra tarea tiene que ir poco a poco más allá y atender lo que hay detrás de ese síntoma, un significado que yacerá latente y que tendremos que estar preparados para escuchar.
Nuestra misión -la del psicoterapeuta psicoanalítico– será comprender a la persona en todo su funcionamiento psíquico, con toda la historia que nos trae para poder entender el sentido del síntoma que le aqueja, con sus angustias y sus mecanismos de defensa, en definitiva, entender su forma de vivir.
Es una construcción que viene a ser nuestra alidada porque la persona justifica con él, el venir a hablar de lo que le hace sufrir, de su padecer y que en ocasiones no tiene nada que ver con lo que creía que le estaba pasando.
No todos los pacientes vienen con un síntoma claro o definido. A veces consultan por angustia generalizada o por otras cuestiones, pero sí es verdad que en ocasiones el síntoma logra construirse en terapia.
Digo logra, porque para el psicoanálisis construir un síntoma es un logro psíquico. Esta forma tan particular de entender la queja de los pacientes tiene un sentido. Freud, padre y fundador del psicoanálisis, habló de los síntomas como una formación de compromiso. ¿Esto que quiere decir?
El psicoanálisis, como él mismo dijo viene a contarnos que el yo es esclavo en su propia casa.
No somos dueños totales de nuestras decisiones ni de nuestros deseos.
Existe un inconsciente que en ocasiones nos determina. ¿Cómo se crea este inconsciente? Hay representaciones psíquicas (ideas, pensamientos, recuerdos etc) que el yo no puede tolerar, por lo que son desplazadas al inconsciente a través de la represión.
En el inconsciente vienen a quedar reprimidas todas estas pulsiones que no podemos admitir en nuestra conciencia. Sin embargo, la pulsión puja con fuerza por volver a salir a la superficie para así poder satisfacerse.
De aquí el concepto de formación de compromiso.
La pulsión que ha quedado reprimida busca satisfacerse en la superficie, pero para ser aceptada en la cultura tiene que disfrazarse. ¿Cómo? En forma de síntoma.
Por eso es una especie de ‘’pacto’’ entre el yo y las pulsiones. Esto nos permite entender que el síntoma tiene un significado, aunque este este oculto.
En psicoterapia psicoanalítica vemos que hacer consciente y poner palabras a este significado trae en ocasiones un alivio y que el síntoma tiene que ser respetado ya que fue la mejor solución que la persona logró en un determinado momento, a través de él podremos acceder a la verdad de lo que le pasa al paciente.
Viene a ser un mensaje a descifrar por el que escucha.
La pulsión de muerte: ¿Por qué el síntoma se repite y genera malestar?
Al principio de su obra Freud comienza a hablar de pulsión. La pulsión viene a ser un empuje hacia ciertos objetos de la vida que comienzan desde la niñez.
Por ejemplo, el niño cuando nace tiene la necesidad de ser alimentado, pero de esta situación en la que la madre o el cuidador principal le provienen de alimento, por ejemplo, a través del pecho, se crea otra situación.
El niño con la excusa de tener una necesidad, entra en el circuito del deseo y lo que comienza a demandar es el amor de su madre. A través de esta relación.
Comienza a recibir otras cosas adicionales que no son únicamente el alimento, como son caricias, abrazos, besos, palabras de amor que hacen que este se inscriba en nuestro mundo simbólico. De aquí surge la idea de pulsión. Hay un plus que se da, hay una demanda de otra cosa que no son las necesidades fisiológicas o biológicas.
En 1920 en Más allá del principio del placer introduce una nueva cuestión. Freud divide la pulsión en dos: pulsión de vida y pulsión de muerte.
La pulsión de vida se dirige a un objeto del cual se puede obtener una satisfacción. Esta ligada al principio de placer y al principio de realidad.
La pulsión de muerte está muy ligada al síntoma y su repetición.
Poco tiene que ver con la muerte en sí misma. Es un tipo de pulsión que empuja a la compulsión de la repetición del síntoma.
Este, no cesa de repetirse continuamente a pesar de que le genera un sufrimiento a la persona y esto tiene que ver porque hay algo que va más allá del principio del placer.
Hay una parte de lo que le pasa al sujeto que se le escapa. En este tipo de repetición hay una satisfacción, aunque no es consciente.
El síntoma se repite por algún motivo y muchas veces es que hay algo inconsciente que está consiguiendo satisfacerse a través de él.
De aquí la idea de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
En psicoterapia se viene a trabajar entre otras cosas sobre lo que se repite para hacerlo consciente y así permitirle al paciente que poco a poco pueda colocarse desde otro lugar y relacionarse de manera diferente con lo que le pasa.
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