Yo ideal y yo real: ¿Se dan la mano o echan un pulso?

Yo ideal y yo real

Yo ideal y yo real: ¿Se dan la mano o echan un pulso?

El equilibrio entre deseo y realidad y su impacto en tu autoestima.

Ser y “quién” ser. ¡Esa es la cuestión! ¿Se puede ser otra cosa que lo que ya se es?

La discrepancia entre el yo ideal y el yo real es un concepto clave en la psicología, sobre todo en el campo de la psicología humanista. Es una de las bases donde se asienta el trabajo sobre la autoestima en la terapia centrada en la persona de Carl Rogers.

En este articulo veremos cómo, de la magnitud de esta discrepancia entre yo ideal yo real, dependen tu autoestima y tu satisfacción personal, y cómo conseguir establecer un equilibrio saludable entre ambos conceptos.

Diferencia entre yo ideal y yo real y autoestima

Ser quien quieres ser: ¿meta alcanzable o la zanahoria en el palo?

¡Cuántas veces te has peleado contigo mismo, contigo misma, por ser diferente en algunos aspectos!

¿Te has preguntado por qué y cómo surge esa idea de cómo debes ser para ser suficientemente aceptable a tus propios ojos?

Estos imperativos forman tu Yo ideal, y lo fuiste construyendo a partir de la información que tu entorno y figuras de apego significativas te transmiten, con palabras, con gestos o con comportamientos de aceptación o rechazo, desde el mismo instante de tu nacimiento.

Tu yo ideal es el resultado de valoraciones propias y ajenas.

En la infancia mirabas con admiración a esas personas y registrabas lo más atractivo, lo que más se valoraba y premiaba, y lo añadías a la lista de cosas que querías ser de mayor.

La profesión que querías tener, el estilo de vida, las actividades de ocio, cómo relacionarte, qué cuerpo y qué imagen eran más deseables…

Con toda esta información creaste tu Yo ideal, ese modelo de quién te gustaría ser y cómo querrías que fuera tu vida.  

Ejercicio práctico para equilibrar la discrepancia entre yo ideal y yo real y mejorar tu autoestima

Te propongo un ejercicio práctico para que puedas identificar cuáles son las características de tu Yo ideal y puedas así conocerte mejor y, llegado el caso, cuestionar algunas de ellas para reducir la discrepancia con tu Yo real si llegas a la conclusión de que eso es lo más razonable:

Anota todas las frases que sueles escuchar dentro de tu cabeza que contengan el verbo deber o su equivalente “tendría que” (“debería hacer ejercicio”, “debería tener hijos”, “no debería ser tan borde”…)

El Yo real y autoestima

Anota también todos tus deseos, esos que suenan con la forma “me gustaría” (“me gustaría ascender en el trabajo”, “me gustaría ser más sociable”…)

Cuestiona activamente si son deseos personales o mensajes recibidos en función de los valores de otras personas y que has acabado interiorizando.

Si reconoces que algo de lo que sientes que “debes” hacer o ser viene de otros, pero concuerda también con tus valores personales y te hace sentido, entonces prueba a decir “elijo” en lugar de “debo” o “tengo que”, y comprueba si te sientes igual respecto a ello.

Puede interesarte el artículo de Elsa García León “Debo, quiero, puedo: el mito de la voluntad de hierro”

Y también puedes encontrar muchas ideas prácticas en el Plan de 25 acciones científicamente fundadas para cultivar una autoestima resiliente.

Encontrarás muchas ideas prácticas para trabajar en estas emociones y sentimientos en la guía Plan de 25 acciones científicamente fundadas para cultivar un yo real sano descargar aquí.

Yo ideal y Yo real, ¿quién gana?

El valor que das al Yo ideal es mayor que el del Yo real, y esto afecta a tu autoestima.

El Yo real es la percepción que tienes de tu imagen, tus cualidades, defectos, virtudes, capacidades, habilidades, etc. en el momento presente. Es una autopercepción, por tanto, aunque esté basada en la realidad y no en el deseo, es una imagen subjetiva, que puede no corresponderse con la realidad que otros perciben de ti.

En cualquier caso, según lo expuesto, resulta fácil comprender por qué tu autoestima, o la valoración que haces de tu persona y las cualidades que la definen, depende de lo lejos o cerca que estén tu ideal y yo real.

Y también de cuánto crees que esa distancia puede modificarse con tu propio esfuerzo y dedicación.

Pelea entre to real y yo ideal

Cuanta más discrepancia y menor sensación de poder modificarla, menor autoestima o autoestima baja. Cuanta más similitud, mayor y mejor concepto de ti tendrás.

También, y esto es muy importante, tendrás mejor autoestima cuanta más capacidad autopercibida tengas de modificar tu yo real para que se parezca a tu yo ideal.

Es decir, que tu autoestima no depende solo de cuánto te parezcas realmente a quien te gustaría ser, sino de cuánto crees que eres capaz de cambiar lo que menos te gusta de ti para acercarte a tu mejor versión.

Esto es fundamental porque orienta tu motivación y tu futuro.

La autoestima no depende tanto de cuánto

se parezcan realmente tu yo real y yo ideal,

sino de cuánto crees que puedes conseguir

que se parezcan (dentro de un orden).

¿Cómo influyen tu sentimiento de potencia y tu idea de futuro sobre tu autoestima?

Tu día a día es un puente constante entre lo que estás viviendo en el presente y lo que deseas en un futuro, tanto a corto como a largo plazo.

Muchas de tus decisiones de este instante están enfocadas en modificar o mantener algo del futuro.

Si vas todos los días al trabajo es porque no quieres perderlo y deseas seguir en ese puesto durante un tiempo considerable, tal vez incluso ascender o mejorar tu situación vital.

Si hoy decides ir al gimnasio, aparte de sentirte bien cuando termines, también puedes buscar salud a lo largo de tu vida.

Si hoy decides casarte será porque quieres un futuro en pareja.

Esta cualidad del Yo ideal es maravillosa porque es la base de la motivación de los procesos de toma decisiones.

Te marca metas y objetivos que quieres cumplir y será satisfactorio para ti conseguirlos.

El yo ideal puede ser un maravilloso faro que ilumine tu futuro

Pero ¿qué pasa cuando tus actos no responden a las expectativas y requerimientos de tu Yo ideal? Si te quedas en el sofá en vez de ir al gym, si te dejan antes de la boda, si hay recortes en tu empresa…

Si no solo no consigues lo que esperas, sino que, además, obtienes un resultado que no quieres, es una doble pérdida.

Este tipo de situaciones provocan discrepancias entre tus diferentes Yoes.

Cuando no cumples con las expectativas del Yo ideal, puedes sentirte culpable, triste… Puedes sentir decepción contigo, vergüenza, enfado…

El autorrechazo y el sentimiento de fracaso pueden llevarte a tratarte mal (“soy un desastre”, “soy un fracasado”, “soy inútil”) o a castigarte (dándote una paliza a limpiar, trabajando demasiado, comiendo o bebiendo en exceso…)

Un periodo largo con muchas de estas discrepancias puede llegar a provocar una crisis de identidad o que todas estas emociones, este diálogo interno tan machacante y las conductas disfuncionales, se mantengan en el tiempo y se normalicen en tu día a día y te pasen una factura elevadísima en cuestión de salud.

El yo ideal puede ser también un enorme obstáculo

en tu desarrollo si no está bien equilibrado

o es inalcanzable

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¿Cómo hacer para mantener un saludable equilibrio entre Yo real y Yo ideal que nutra mi autoestima?

Para mantener una autoestima adecuada es muy importante que te asegures de marcar de formar realista tus expectativas a futuro.

Esto es algo básico para la regulación de la autoestima, ya que hay muchas personas que se marcan ideales que no van a poder alcanzar nunca o que no está en su mano conseguir.

Además, es importante que tengas flexibilidad para mantener cierto equilibrio entre tus metas de futuro y tus necesidades y posibilidades del presente.

Por ejemplo, cuando te planteas estudiar tres o cuatro tardes a la semana, pero tienes un pico fuerte de trabajo, sería una buena idea que rebajaras expectativas y autoexigencia para no frustrarte al comprobar lo inevitable: que no puedes cumplir tu compromiso.

En ocasiones, estas expectativas irreales responden a patrones inconscientes, a mandatos familiares interiorizados o a dificultades personales para lidiar con la realidad de alguna condición.

Esto es lo que suele haber en la base de algunos comportamientos que ni uno mismo puede explicarse pero que sigue teniendo, como si le resultara inevitable.

Si te sientes reconocido o reconocida en alguna conducta que ni te explicas y que no puedes cambiar aunque crees que te vendría de lujo, puede ser una idea estupenda contar con ayuda profesional para modificar este patrón, puedes ver este artículo de psicoterapia y autoestima para profundizar en los beneficios de un tratamiento.

Para mantener a raya el sufrimiento que puede llegar a causar una grave discrepancia entre deseo y realidad puede ser necesario un trabajo más profundo con acompañamiento especializado.

Estamos para ayudarte. La primera cita es gratuita.

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Autora: Elena Capelo
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